domingo, 22 de enero de 2012

La Belleza convulsa: el Psicoanálisis y la Subjetividad Surrealista



La necesidad de liberarnos de los límites que nos rodean hace que muchas veces los necesitemos transgredir. La problemática relación que siempre ha existido entre las palabras y las cosas hace que todo pueda depender en última instancia de nuestra valoración personal. Nuestra subjetividad surge al final  en muchos casos como criterio no solo de toma de decisiones, sino como enfermedad y cura de nuestros padecimientos. Y eso a pesar de que ha sido duramente combatida por corrientes empirístas y positivistas del pensamiento y la Ciencia.

Lo que nos conforma y queda como un poso en cada uno de nosotros es nuestra propia experiencia de la realidad. Es algo en el fondo íntimo e intransferible que observamos en modo de sentimientos, lenguaje o sensaciones físicas. El resto pueden ser interpretaciones ajenas con las que podemos o no coincidir o asimilar.

Hacernos conscientes de esta fenomenología de la vida nos llevará sin duda hacia el sufrimiento, que de forma subjetiva todos vamos a padecer por el mero y afortundado hecho de estar vivos. Y surge entonces el psicoanálisis como corriente de pensamiento en Psicología que intenta dar respuesta metodológica a estas constataciones que todos hacemos como seres humanos.

Para Freud, como creador del psicoanálisis, con la palabra se puede curar la enfermedad mental, en contra del criterio de una base exclusivamente biológica de nuestros estados mentales. Además los síntomas de una perturbación pueden hacer referencia a la acción de algunas ideas sobre nosotros. Freud trata de liberar a la gente de sus padecimientos a través de la práctica psicoanalítica. Algo que ha sido a veces erróneamente despreciado desde ciertas ramas de la Ciencia que considera al Ser Humano algo así como una mera máquina biológica a la que basta medicar con fármacos de diseño para curar, si puede ser, de una forma rentable.

Freud nos aporta en positivo la idea de la subjetividad como algo irrenunciable del Ser Humano. El ser hablante no es dueño absoluto de sus actos ni pensamientos. Permanece una dimensión inconsciente en nuestra práctica cotidiana (lapsus, olvidos...).

Frente a la incertidumbre de saber lo que somos el cientificismo apunta a la extinción de lo subjetivo en nombre de una programación genético o neuronal que dejaría al hombre a merced de su cerebro, único creador de nuestras vidas. Freud piensa al sujeto como responsable de sus dichos y sus actos y su herencia genética no lo exime de las decisiones que toma, no lo hace irresponsable.

Finalmente Freud nos hace conscientes de cierta conductas adictivas en nuestra sociedad con su descubrimiento de la pulsión de muerte como algo que desdice una universal aspiración a la felicidad de todos los Seres Humanos.

Las crisis es la manera que tiene la incertidumbre para avisar de que el modelo vigente ha caducado. Algo que la corriente artística del surrealismo ya advirtió a principios del siglo pasado con el desbordamiento de la mirada y valores burgueses tras la Primera Guerra Mundial. 

De acuerdo con los surrealistas, mirar objetivamente es inventar: la apariencia realista de los objetos no impide evocar la actividad profunda del inconsciente y obligan al sujeto a hacerlo de forma activa con la desvelación a través de objetos y formas corporales de belleza convulsa que desvelan impulsos y miedos del subconsciente, que la cultura reprime y sepulta.


Y del Arte podemos aprender  que si a algo no deberíamos renunciar de forma consciente en nuestra manera de vertebrar la creación de nuestra vida es a nuestros propios miedos y subjetividad. Lo cual nos hará sin duda más humanos y menos dependientes en una sociedad tan mecánica y aparente como la nuestra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario