martes, 29 de enero de 2013

El Arte: produciendo lo verdadero en nuestra vida

Anclados en nuestra mentalidad analítica e instrumental que nos da una falsa seguridad en la comprensión del mundo, tendemos a veces a denostar cualquier manifestación artística o estética descalificándola como algo lleno de demasiada imaginación, demasiadas pasiones  o demasiados deseos vanos. Vivimos en nuestra denominada zona de confort que esta compuesta de los hábitos, rutinas y creencias personales. Un lugar donde nos sentimos cómodos y que pretendemos preservar no únicamente de intromisiones sino también de posibles cambios, deseos o nuevas ideas que puedan a priori desestabilizarnos buscando una seguridad que al final nos limita.

Pero en el fondo nada más lejos quizás de la intencionalidad del arte: en la construcción de nuestra subjetividad, de nosotros mismos, en nuestra autopoésis, el arte y la estética forman una parte fundamental como elemento de apertura simbólica a nuevas experiencias y posibles caminos a explorar que de otro modo no se mostrarían a nosotros, agazapados como a veces estamos en nuestra zona de confort. Renunciar a la estética y al Arte en todas sus manifestaciones (pictóricas, literarias, arquitectónicas, cinematográficas, fotográficas, musicales...) es renunciar a una nueva zona de aprendizaje, a ampliar nuestros territorios y a la calidad en la forma en la que habitamos el mundo.


Con el Arte, como decía Platón, existe obviamente el riesgo de generar ilusiones que nos hagan tomar por real lo que no es más que apariencia (algo de gran actualidad  a lo que desafortunadamente nos tiene acostumbrados nuestra programación televisiva...). Pero proteger la imaginación nos permite plantear alternativas y mantener vivos los sentimientos y la posibilidad de construir un mundo mejor.

Podemos entender el Arte como una resistencia a la aridez con la que a veces nos golpea la realidad y también como una visión utópica de construcción de ese mundo mejor. Pero tienen cabida asimismo visiones realistas: donde la finalidad del arte sea reconstruir el universo según las mismas leyes y penetrando en ellas buscar el impacto de la unidad y la armonía de la creación, en ese placer innegable que experimenta el hombre ante su propia imagen como forma de perfección de esa creación. Nietzsche consideraba el arte de la tragedia  como la expresión de la condición humana que implicaba algo tan humano como la desmesura (y locura) con la que a veces actuamos, el éxtasis y el sufrimiento. El arte no debe ser una mera evasión de la realidad sino que debe magnificar el poder de la vida.

Y si nos preguntamos: ¿cómo saber cuanto hay de verdadero en nosotros mismos? ¿qué buscamos realmente? Ante el imperativo ético de realizar cada uno su verdadera  humana conditio (llega a ser lo que eres) sigue una reflexión, un silencio ético. Y entre que respuesta dar (lingüística) en forma de praxis o actuación humana se produce un hiato, un decalaje. El arte es la forma de dar salida a ese silencio ético, mostrando la verdad subyacente a la realidad a través de la revelación de conductas (buenas/malas). Como decía Aristóteles es la facultad de producir lo verdadero reflexionando, elevando intelectual y moralmente nuestra vida.

Tenemos  afortunadamente pues en nuestras manos algo tan necesario e íntimamente humano como construir nuestros propios territorios para habitarlos con convicción ética y calidad estética. El arte es la forma de adherirse a la vida sin reservas.





sábado, 19 de enero de 2013

La subjetividad: cientifismo vs psiquismo

Nuestra época vive inmersa en un paradigma de pensamiento dominado por el cientifismo: basado en un reduccionismo mecanicista todo lo humano sería explicable por un mecanismo físico, genético o neurológico. Sujetos a la causalidad mecánica y al determinismo físico toda acción del sujeto sería reducible a lo orgánico. Explotada hasta el extremo hemos hecho de esta metodología una ideología que se aplica sin conciencia a otras ciencias, como su aplicada alumna la economía, con los resultados que desgraciadamente todos conocemos.

Uno de los grandes choques contra ese paradigma cientifísta viene de la Psicología que postula que existe una realidad psíquica, un psiquismo independiente de la realidad física y que no todos los problemas mentales deben tratarse exclusivamente con medicación farmacológica o intervenciones médicas. La vida del sujeto es un devenir de experiencias con una parte inconsciente que marcan su identidad personal. El cerebro recibe información externa mediante la percepción pero esta condicionado por la información interna en forma de red asociativa psíquica de fantasía y deseo que ordena una biografía particular y un tiempo vital.

La percepción que marca la realidad cerebral deja huella en la memoria que se transforma en representaciones de imagenes (significantes, palabras,..) que conforman nuestra realidad psíquica. Como diría Spinoza en su monismo materialista: el pensamiento es un atributo del cuerpo y todo forma parte del cuerpo. Así el cuerpo crea el lenguaje que es una realidad diferente de significantes. El lenguaje crea al sujeto que habla y que se sostiene en un sujeto empírico que es el cuerpo pensante.

La ciencia no piensa sobre el sujeto que tiene sus efectos. La conciencia como resultado de la función subjetiva es un estado unificado que se nos presenta como un todo integrado por múltiples componentes. No se ha hallado un lugar o estructura que integre esa información de la conciencia que se represente como un todo integrado por muchos componentes que han sido procesados en la áreas corticales del cerebro. La conciencia o función subjetiva en el fondo es un proceso y no un objeto que se pueda aprehender y estudiar como una realidad emergente. Lo que nos configura como sujetos quizás no sea un objeto adecuado para el estudio científico actual.

Y es importante remarcar que para la Psicología, en la construcción del Yo ( de nuestra subjetividad) es el Otro (la cultura, nuestros padres, familia, compañeros o amigos) el que pone en marcha la funciones subjetivas. Sin el otro, sin la vida social, no llegamos a construirnos. Desde la exterioridad construimos nuestra interioridad. Sin los demás no somos nosotros mismos.  Y como decía la corriente filosófica denominada Personalismo: la persona no es un dato o un fenómeno, sino un proceso (el de personalización) que nos hace madurar moralmente y que en este proceso de personalización proporciona lo mejor a todos desde la propia singularidad y sus acciones.

Quizás estaríamos en un mundo diferente si nuestro dominante cientifísmo economicista cambiase sus postulados no ya para tratar con objetos y datos a rentabilizar, sino con personas en un proceso de construcción subjetiva con sus semejantes. Necesitamos sin duda ahora más que nunca, Ciencia con Conciencia.



domingo, 13 de enero de 2013

Estambul: puntos de fuga para nuestra geografía vital


Necesitamos en ocasiones tener puntos de fuga: dejar a un lado nuestras rutinas diarias que delimitan geografías vitales que parecen inamovibles. Emprendemos viajes en busca de nuevas experiencias que nos muestren otros horizontes y amplíen los territorios que nuestra rutinaria geografía no suele abarcar.

Hay ciudades como Estambul que compiten en su eternidad con el propio tiempo. Vencer el tiempo ha sido el gran reto para el hombre de cualquier época.Y a veces lo ha logrado a través de las arquitecturas, las obras artísticas o las muchas cosas inventadas por la imaginación y el pensamiento. Pasear por Estambul nos ofrece la medida de la belleza eterna que civilizaciones como la bizantina, romana u otomana han sabido magistralmente legarnos en sublimes arquitecturas como la de Santa Sofía o la Mezquita Azul. Cúpulas que pretenden representar la totalidad del cielo. Nos han transmitido con la protección de las murallas que la rodean, la resistencia que debemos tener como seres civilizados a los embates de la fortuna. Torres como la de Gálata nos advierten de la necesidad de tomar a veces altura en nuestro devenir vital para no dejarnos llevar por menudencias. Elementos naturales como el movido Bósforo que la recorren en  el estratégico Cuerno de Oro en su fluir de corrientes realimenta de vida la ciudad, sabiamente protegido en el pasado por sus habitantes de intrusos con cadenas que aquí tomaban la mejor función. Todo fluye en la vida...panta rei.


Y uno se pregunta:  ¿qué va buscando íntimamente el viajero en una fascinante ciudad como Estambul? En el fondo quizás la nostalgia de la "patria visible" de nuestros antepasados. Ellos creían que la realidad está llena de sentido, tenían hondas preocupaciones por el tiempo, el más allá, el destino y el azar. Resolvían su angustia con arquitecturas, dibujos, dioses o mitologías. En cambio, el pensamiento contemporáneo nos ha dejado a la intemperie: el nihilismo y la banalidad diaria nos han habituado a considerar nuestra existencia como algo ininteligible, sin sentido, un devenir caótico, inconsistente y fragmentario. El nihilismo moderno nos ha convencido que la vida no reside en una hipotética totalidad: que no hay centro, solo periferia. El aire de nuestro tiempo rezuma la fragancia de lo efímero, la leyenda del instante, volatilidad y precariedad. Hoy sabemos que hay demasiada banalidad televisiva, demasiado entretenimiento, inconsciencia y demasiados elementos para confundirnos y hacernos olvidar las cuestiones fundamentales que deberían guiar nuestra vida.

¿Cómo se puede pensar que toda nuestra existencia no vale para nada? Afortunadamente encontraremos la respuesta adecuada paseando por ciudades entre dos continentes y digna anfitriona de tres civilizaciones como Estambul: donde la patria visible de sentido que nuestros antepasados construyeron se nos ofrece a modo de reconfortante nuevo territorio para nuestra geografía vital.

martes, 1 de enero de 2013

¿Qué es la deuda?: de lo moral a lo social


¿Debemos pagar nuestras deudas? ¿La deuda es un compromiso moral?¿Qué evolución histórica ha tenido el concepto de deuda? En unos momentos como los actuales en los que dividimos el mundo entre deudores y acreedores, entre estados del centro y de la periferia o entre Norte trabajador y Sur perezoso, puede parecernos que vivimos una situación novedosa, pero en el fondo quizás si lo analizamos detenidamente, no hacemos más que repetir otro ciclo de la historia financiera que tiende a equilibrarse por los extremos.

El antropólogo económico americano  David Graeber  y profesor de la London School of Economics en su obra En deuda expone magistralmente que desde el principio de las sociedades más antiguas (Mesopotamia en el año 3.200 a.c) el crédito y la deuda llegan miles de años antes que la acuñación de moneda o los mercados de trueque. La división de clase fundamental de la historia humana ha sido entre deudores y acreedores. En su última instancia las sociedades de la antigüedad como la Egipcia: caracterizada por un Estado fuerte centralizado con una administración que extrae impuestos de la población pero donde no hay préstamos con interés o la Mesopotámica: en la cual no había un Estado regular y aparece entonces el dinero como unidad de cuenta para la asignación de recursos y la usura con préstamos con interés, se funden ya que la población debe endeudarse o bien para pagar sus impuestos, o los intereses y la deuda institucionalizada.

Hay que remarcar, que por el contrario, para el padre de la economía moderna Adam Smith, la propiedad, el dinero y los mercados son anteriores a las instituciones políticas y a la base de la sociedad humana. Primero es el trueque, luego el dinero y después aparece el crédito y como todo esto está en la base de la naturaleza humana, las instituciones políticas y el Estado deben garantizar el crédito y la deuda de forma punitiva si es necesario. Pero esto parece ser sólo un mito fundador de la economía sin mucha base histórica real dándole un interesado soporte moral dentro de la naturaleza humana.

En sánscrito, hebreo y arameo, "deuda", "culpa" y "pecado" son la misma palabra (en el alemán moderno también...). Gran parte del lenguaje de los grandes movimientos religiosos (concienciación, redención, contabilidad kármica,...) están tomados de las finanzas antiguas.Pero quizás los profetas y maestros religiosos tuvieran que comenzar por este tipo de lenguaje porque no había otro disponible y seguramente con una intención completamente diferente: como una manera de decir que las deudas no son sagradas y que el perdón de la deuda, la capacidad de anular la deuda o de tomar conciencia que las deudas no son reales, son los actos verdaderamente sagrados. Este perdón de las deudas era lo que ocurría en los años de jubileo medievales.

Si somos radicales, y vamos a la raíz de los conceptos, la deuda es tiempo que debemos a los demás. Una forma de esclavitud protegida por el Estado.Un tiempo futuro personal que debemos utilizar para pagar a nuestros acreedores. Asociamos casi de forma inconsicente deuda a tragedia moral, porque nos repiten que la deuda esta causada por los excesos (el vivir por encima de nuestras posibilidades) y es un pecado que debe redimirse. Se concibe la vida social como un abuso  que debemos purgar con ascética abnegación. Pero resulta sorprendente por el contrario que la escolástica tomista cristiana fuera contraria al cobro de interés en la deuda por ser esta "cobro de tiempo" y este ser propiedad de Dios y no de los hombres.

Como expone el ensayista Antonio Baños en su obra Posteconomía estamos quizás volviendo a un nuevo feudalismo donde aperece una nueva sociedad "deudal": una sociedad señorial donde no se requieren consumidores, sino deudores, y estos, cuanto menos movilidad jurídica y social tengan mucho mejor. Debemos actuar profesionalmente como individuos dentro de nuestro eslabón social con eficacia, consumiendo vía endeudamiento y eliminando toda libertad de acción. Con el servicio de la deuda (término financiero que significa el pago anual de deuda) servimos a los nuevos señores feudales que son nuestros acreedores (ya sean bancos, Estados, fondos de inversión...). La publicidad no trabaja para la libertad de elección sino para generar la necesidad de adhesión fabricando fanáticos por las marcas restando así autonomía a los individuos.

¿Se acabarán pagando entonces todas las deudas? Graeber nos dice que si tomamos una perspectiva histórica en la antigüedad mesopotánica,  los gobernantes se dieron cuenta de que racionalmente la única manera de prevenir la ruptura social completa, era el "borrón y cuenta nueva", cancelaban toda la deuda y comenzaban de nuevo. La primera palabra que significa "libertad" es la sumeria amargi que quiere decir libre de deudas y por extensión, libertad. La historia euroasiática oscila entre periodos dominados por el dinero crediticio virtual y los periodos dominados por la moneda material. En los periodos donde dominaba el dinero virtual (como el nuestro) ha habido protección social para los endeudados.

Una vez que se reconoce que el dinero es una construcción social, un crédito (tiempo) se debe  proteger lo social y evitar que los pobres caigan en la servidumbre por deudas y se vuelvan esclavos de los ricos de ahí el borrón y cuenta nueva mesopotámico, los jubileos bíblicos y las leyes medievales contra la usura en el Islam y la Cristiandad. Aunque en la actualidad lo que se ha hecho es, en lugar de crear instituciones para proteger a los endeudados, se han creado por el contrario enormes instituciones como el FMI o las agencias de rating para proteger a los acreedores, en algún momento tendrá que haber un reconocimiento de que en una fase de dinero virtual hay que poner en marcha salvaguardas para los endeudados. ¿Debemos pagar nuestras deudas? La historia esperanzadoramente nos enseña que cuando se camina endeudado por el filo del desastre lo social se impone a lo económico.