viernes, 24 de noviembre de 2023

El nuevo malestar ingrávido: el desasosiego vital como síntoma de una pérdida social



Partiendo de la definición de Charles Taylor que entiende por malestar: “aquellos rasgos de nuestra cultura y nuestra sociedad contemporáneas que la gente experimenta como pérdida o declive, aun a medida que se «desarrolla» nuestra civilización”, podemos afirmar que con la vorágine moderna  y la evolución de las civilizaciones occidentales se están perdiendo las garantías de progreso social azuzadas también por el cambio tecnológico que ha producido un sistema social y económico dislocativo de muchos proyectos vitales.

 

Uno de los principales malestares, entendido como pérdida, es el de esa pérdida de confianza en las instituciones y el sentido comunitario como sistema de organización social que garantizaba el progreso y que han provocado una forma reaccionaria de responder a modo de individualismo, autoexplotación y cansancio.

 

Este malestar moderno como sensación de pérdida de una seguridad  muchas veces no se hace evidente sino como necesidad de evasión individual, ya sea en forma de autoexplotación que acaba en  una vida desfallecida y  en un  cansancio  percibido ya como nueva realidad vital (Byung-Chul-Han), como también en el acogimiento irreflexivo de una ola de ideas políticas populistas e iliberales que prometen la vuelta a un mundo utópico de seguridad y control que por la propia evolución económica y tecnológica no va a volver ya nunca.

 

Hemos pasado de un  malestar evidente con la cultura (Freud) cuyo tratamiento era psicológico terapéutico externo a un malestar ingrávido en forma de una sensación de desasosiego y pérdida de control de nuestro proyecto vital: donde la terapia es individual a modo de autoexplotación para competir y no quedar excluido y cuyo síntoma principal es el cansancio y el desfallecimiento vital ante una vida turboacelerada y sin garantías ya de progreso social.


La nueva ola en Europa y otros continentes de movimientos políticos populistas e iliberales de alter-right y anarcocapitalistas (actualmente en Argentina), son los que recogen mejor ese malestar ingrávido de sensación de pérdida de progreso social y quienes proponen soluciones rápidas buscando enemigos comunes y que  nos devuelvan a unas premisas de utopías sociales que no van a volver más: en unas sociedades sometidas a una nueva vorágine tecnológica con el desarrollo de la inteligencia artificial que promete voltear el sistema socioeconómico tal y como lo conocemos y de las que aún es pronto para aventurar posibles configuraciones. 


Ese malestar ingrávido que en nuestras sociedades aparece como sensación perenne de pérdida no es sino un síntoma personal e individual de unas sociedades en cambio acelerado dislocativo y cuya gestión requiere ahora más que nunca de amplios consensos sociales que hagan frente a respuestas populistas o iliberales que nos permitan poder seguir hablando en el futuro de comunidades democráticas formadas por individuos libres. Es mucho sin duda lo que ahora tenemos en juego.