Si nos preguntásemos qué sería lo que nos gustaría legar a nuestros hijos o a las próximas generaciones quizás podríamos pensar en alguna cuestión de índole material como una economía desarrollada, una tecnología avanzada o una vida resuelta sin necesidades, pero si nos paramos a pensar lo que subyace en todo esto no es más que una cuestión de actitud vital interiorizada ante el mundo que nos rodea y que puede resumirse en una gran ideal de transmisión: la educación.
En estos últimos tiempos por la situación económica actual me han hecho varias veces la pregunta maliciosa de si nosotros somos como los Griegos, y uno no puede evitar sonreír para sí mismo y pensar que en el fondo afortunadamente todos somos Griegos. Nuestra forma de ser como Occidentales nace de esa geografía ahora castigada por la crisis pero de cuyas fuentes de pensamiento aún nos nutrimos para sobrevivir con la mayor dignidad posible más allá de una coyuntura económica que no debemos considerar como central en nuestra forma de evaluar a los demás.
Uno de los ideales clásicos griegos dentro de su cosmovisión es sin duda el de la paideia o educación y era lo que verdaderamente calificaba a alguien como humano ya que centraba la formación en lo que haría de las personas aptas para actuar como ciudadanos libres, cívicos y críticos de sus ciudades o polis. En esta educación o paideia bajo la tutela del pedagogo o maestro, se enseñaban elementos de gimnasia, gramática, retórica, poesía , matemáticas y filosofía que debían dotar al individuo de conocimiento sobre sí mismo y sobre sus expresiones y deberes externos.
Estudios recientes nos dicen que las personas con éxito económico y social en nuestro entorno están correlacionadas directamente con la posesión de un alto nivel educativo y curiosamente éste es mayor cuanto mayor es el nivel cultural de la madre que facilita un entorno familiar propicio para la mayor valoración de lo cultural sobre lo estrictamente material.
Y pensemos que afortunadamente uno no puede comprar educación instantánea en el Supermercado sino que la cultura requiere una actitud de esfuerzo, dedicación y superación que luego nos servirá sin duda para ver con perspectiva y superar cualquier adversidad o reto de la vida. Y como bien dice el filósofo Fernando Savater "una buena educación nos puede salir cara, pero la mala todavía más..."
Para finalizar y en homenaje a esa Grecia eterna que esta en todos nosotros os dejo con una pequeña muestra de su influencia de educación estética con un vídeo de la evocadora música de piano del compositor francés Erik Satie denominado Gymnopedie nº1, una música inspirada en unas danzas prácticadas por bailarines espartanos griegos.
Sin duda la educación es el mejor legado que podemos transmitir a nuestros hijos, así como es el mayor valor que hemos heredado de nuestros predecesores...Isócrates, inspirado por Sócrates y por Platón...Los Estoicos, inspirados por la filosoía greco-romana, dan un valor inmenso a la educación, contemplando al Ser como indivíduo holístico y velando por su formación en todos los ámbitos (gimnasia, gramática, poesía, matemáticas, oratoria y filosofía), con el fin de alimentar la capacidad lógica, la fortaleza física y la excelencia ética...inspiraron a personalidades como Pierre de Coubertain (quién volvió a despertar e instaurar la tradción de los juegos olímpicos, no sólo como un acontecimiento deportivo, sino como un compendio humanístico). De todo ello se nutrieron los líderes religiosos y grandes pensadores como Descartes, Kant y Séneca.
ResponderEliminarLa educación es nuestra piedra filosofal y la única herramienta que nos puede asegurar una evolución ética y ecológica.
Namaste-
Jordi