Algunos pensarán que es una victoria temporal como la vida misma o muchas veces pírrica, pero la sustancia íntima que conforma al Ser Humano es la que le dan sus sueños y estos a pesar de que al final quizás se desvanezcan son sólo nuestros y nosotros decidimos con quien los compartimos dando sentido a lo que hacemos y deseamos.
Y es que todo Ser Humano a lo largo de su vida tiene que saber conciliar y equilibrar tres factores con los que sin duda tendrá que lidiar:
- El primero es el determinismo de sus circunstacias de nacimiento sociales y físicas algo que marca el denominado carácter o ethos clásico y la forma de enfrentarnos a la realidad o nuestro destino pero que puede modelarse y superarse y tenemos grandes ejemplos históricos de ello.
- El segundo es el azar que es algo inevitable y que a veces soplará favorable y otras muchas veces, como todos sabemos, en contra.
- Y finalmente la voluntad: esa fuerza interior capaz de doblegar los dos primeros factores en el íntimo convencimiento vital de querer estar bien y vivirlo con alguien.
Y nada como dos personas que libremente eligen comprometerse desde el sentimiento mútuo para equilibrar esa balanza de buenos y malos momentos que a veces es la vida. En esta época postmoderna donde la informalidad y falta de seriedad ha devastado mucho de lo que hacemos, volver temporalmente y dar importancia a las formas y al compromiso materializada en una boda clásica nos reconforta con lo que somos y queremos ser y es sin duda uno de los mejores regalos posibles.
Sólo nos queda en estas circunstacias desear lo mejor : diálogo ya que como decía el escritor francés André Maurois: "Un matrimonio feliz, es una larga conversación que siempre parece demasiado corta"
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