Como Montaigne seguramente secundaría, podemos decir que Vivir ya es un trabajo, es más: es el principal de ellos. Y el ¿cómo vivir? una de las preguntas más difíciles. Todos tenemos que dar siempre respuesta a situaciones que en nuestro devenir vital tenemos que afrontar. La forma en como reaccionamos viene determinado por nuestro carácter y nuestra personalidad. Reflexionar, ser conscientes de como se construye nuestra personalidad y como podemos influir en nuestro carácter, nos dará una amplitud de miras que muchas veces sin duda necesitaremos para dar una respuesta adecuada a situaciones complicadas.
El filósofo José Antonio Marina reflexiona en su libro "El aprendizaje de la sabiduría" en como el pensamiento puede enseñarnos no sólo a vivir sino también a convivir y como la sabiduría puede entenderse como una inteligencia vital que puede aprenderse si dedicamos el tiempo necesario a reflexionar sobre el cómo deberíamos vivir.
En primer lugar hay que ser conscientes de que todos poseemos una personalidad que se compone de un carácter más un proyecto. Y que esta personalidad (carácter+proyecto vital) puede ser elegida aunque pueda parecernos difícil.
Una personalidad elegida se define por tres elementos:
- Un proyecto vital
- La negociación con nuestro propio carácter.
- La negociación con la realidad.
El desarrollo de la personalidad es un proceso dinámico donde el sujeto tiene que pasar de la posibilidad a la acción. La personalidad determina la acción y al mismo tiempo es determinada por ella y ambos elementos influyen en la realidad en un dinamismo plural y recíproco en el cual podemos desarrollar nuestro proyecto vital.
Cabe preguntarse en el siguiente paso: ¿Qué es tener un buen carácter?. Muchas veces solemos identificar el tener carácter con una el tener una posición fuerte ante los acontecimientos, pero significa eso que tenemos un buen carácter o que simplemente tratamos de imponernos ante los demás dado que no somos capaces de negociar con nuestro propio carácter.
Jose Antonio Marina nos expone que lejos de algunas creencias de que el carácter viene muy determinado, es no solo posible, sino deseable construir responsablemente un buen carácter. Identifica el buen carácter con aquel que posee muchos recursos íntimos. Los recursos son aquellas capacidades que nos ponen en buenas condiciones para alcanzar la felicidad y la dignidad. Los recursos implican creencias, sentimientos y hábitos operativos. Son grandes aretés (virtudes) clásicas que nos llevan a la felicidad. Aristóteles ya nos decía que la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud.
El último paso que nos queda es construir los componentes que nos quedan para hacer un retrato del buen carácter. Existen doce recursos fundamentales que componen un buen carácter:
- Seguridad básica: debemos poder vivir en un ambiente estable que proporcione crecimiento intelectual y afectivo.
- Temple o equilibrio afectivo: es ajustarse bien al momento (kairos) en el que vivamos. Atemperamiento a la realidad y equilibrio personal.
- Sabiduría: es el talento para hacer las preguntas adecuadas y buscar las buenas respuestas, es la poética del vivir. Elaborar un sistema de creencias adecuadas y correctas sobre el mundo.
- Fortaleza: es el coraje de emprender y el coraje de perseverar. Atreverse y resistir son los dos componentes de la fortaleza.
- Diligencia: es la sabiduría del tiempo, a medio camino entre la procastinación (dejar las cosas para otro día) y la precipitación.
- Autonomía responsable: es saber dar cuenta de lo que se hace y tener conciencia clara de las consecuencias de nuestros actos.
- Creatividad: es descubrir posibilidades en la realidad. En esa poética creadora descubriremos ese sentimiento de flujo que la producción creadora nos ofrece.
- Alegría: es la experiencia de la plenitud ante el aumento de las posibilidades. Como decía Spinoza: cuando el hombre siente su poder, se alegra.
- Sociabilidad: es la aptitud para la convivencia. Es reconocer que las otras personas pueden ser fuente de satisfacciones y no sólo de decepciones, exigencias y amenazas. Nuestra felicidad depende de que sepamos integrarnos en un proyecto social, colaboremos y nos sintamos queridos.
- Compasión: es el fundamento de la solidaridad. Comienza como sentimiento y acaba como hábito. Es la conducta de cuidado y lucha mancomunada contra el dolor. Si no salvo mis circunstancias, no me salvo yo.
- Respeto: es el sentimiento adecuado hacia todo lo valioso. El gran avance de nuestra especie ha sido aceptar que todos somos animales racionales dotados de dignidad que siempre debemos respetar.
- Sentido de la Justicia: es saber buscar el equilibrio, reconocer la igualdad que hay en el otro.
Trabajar reflexivamente nuestros recursos, saber compensar los que no tengamos suficientemente desarrollados, es sin duda uno de los caminos para poder decir que, lejos de escondernos en un carácter heredado, intentamos construir responsablemente nuestro propio buen carácter. Y en la filosofía podemos encontrar una guía ya que nos enseña a mirar, a pensar y también a actuar. Como dice el filósofo francés Pierre Hadot hay que transformar ética y estéticamente lo cotidiano, vivir con alegría, gozar de estar vivo. Ahora ya con nuestra personalidad y buen carácter responsablemente elegido.
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