Imaginemos que ante la cada vez más demostrada imposibilidad de progreso moral en un mundo donde la palabra progreso se asocia únicamente a lo material o lo económico, tuviésemos la posibilidad de comenzar de nuevo, de hacer tabula rasa, borrón y cuenta nueva. Poder ser creadores desde las raíces de una nueva sociedad es algo que ha fascinado desde siempre a pensadores, literatos y científicos.
Esa posibilidad de acabar desde un inicio con el racismo, el sexismo, la desigualdad en derechos y oportunidades, la violencia casi programada es sin duda un ámbito fértil para el estudio y los deseos. Desde ya hace siglos hay diferentes corrientes del pensamiento que postulan que el individuo nace con el cerebro en blanco a modo de tabula rasa y somos lo que aprendemos y por tanto somos seres construidos e influenciados desde el exterior. Lo que conforma una sociedad es completamente determinante para un individuo (aunque esto es algo ya descartado por la Ciencia).
Y sigue también presente en nuestras mentes modernas casi a modo fantasía y deseo de catársis el mito del buen salvaje de Rousseau donde se considera que el individuo es bondadoso por naturaleza y que ésta es amenazada por los vicios morales que una sociedad les inculca o transmite. Esta idea suscita todavía hoy en día grandes controversias en un mundo como el nuestro sometido al bombardeo diario de productos y publicidad creadora de necesidades no necesarias y deseos inalcanzables para muchos y por lo tanto frustantes.
Pero una de las grandes e interesantes preguntas que nos podrían surgir como creadores de esta nueva sociedad en Occidente quizás sería: ¿Qué dos libros salvaríamos de la quema y nos los llevaríamos para comenzar este Nuevo Mundo?
La pregunta puede causar cierto desosiego en la elección ante la vastedad de la Literatura Occidental. Las preferencias personales también pueden ser amplias pero para mí la respuesta sería relativamente sencilla aún teniendo en cuenta lo injusto de la exclusión de gran parte de nuestra tradición literaria.
¿Y cuál serían estos dos libros?:
Por un lado sin lugar a dudas La Biblia: respetando que para muchos no es simple literatura, este libro recoge esa sabiduría vivencial premoderna acumulada a lo largo de los siglos y que tanto ha influenciado en el pensamiento y las artes en cualquier época. Es un libro que contiene un mundo en si mismo con sus leyes, experiencias y tradiciones, héroes y pecadores, organizaciones y conductas. Un libro con el que podríamos volver la vista atrás y desde su experiencia poder saber a que atenernos si tomamos ciertas decisiones.
Y de lo divino a lo humano y la relación entre ambos: el segundo libro elegido sería más bien una tipología o conjunto de libros y que podemos denominar como las Tragedias Griegas, una dramatización fascinante y magistral de todo lo humano: sus deseos y creencias, sus miedos, sus sueños, el destino y la libertad. Unos libros que nos servirían para conocer la esencia de lo que realmente somos como humanos, nuestras posibilidades, nuestras debilidades, excesos y limitaciones en un mundo a construir desde una nueva y necesaria mirada.
Y vosotros, como llamados a creadores de este Nuevo Mundo: ¿qué dos libros elegiríais?
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