domingo, 30 de septiembre de 2012

Pensando el futuro: ser excelsos como utopía


No parecen estos tiempos favorables para preguntar por cómo será el futuro. Nos estamos acostumbrando a intentar sobrellevar un presente líquido que absorbe todas nuestras energías y que parece que a veces se nos escapa de las manos. Pensar más allá del corto plazo, del día a día, es ahora más una quimera que una necesidad que desde siempre ha tenido el Ser Humano.

La visión prospectiva que mira más allá de lo que existe aquí y ahora es una condición necesaria para no dejarnos  limitar por esquemas mentales que en la mayoría de los casos pueden ser superados. Recrear un ideal futuro de sociedad, de vida o de comportamiento resulta vital para poder seguir hacia adelante. Por muy difícil que nos parezcan las circunstancias, no debemos perder el estado de apertura en el que cuestionamos el status quo actual como forma de superarlo. La historia la escriben los vencedores o poderosos pero se cambia con nuestras pequeñas acciones cotidianas.

Y los tiempos de crisis que vivimos son sin duda uno de esos momentos críticos donde no debemos dejarnos encorsetar por esquemas técnicos como las recetas económicas que se aplican sin discusión haciendo sufrir a gran parte de la población. Debemos entender que la democracia y nuestra convivencia, sólo pueden ser salvadas si somos capaces de dar a todos un futuro digno por el que luchar. Ninguna política económica debe funcionar por encima de la dignidad de las personas y su derecho a trabajar y sentirse parte integrante y útil de una sociedad. La supuesta ortodoxia solo lleva al agotamiento y al desencanto y de aquí a la indignación. Nuestro sistema capitalista no puede estar basado en la desafección mutua: en no considerar al otro como igual más allá de su capacidad de consumo. La denostada Utopía se hace cada vez más necesaria.

Nuestra forma de actuar diaria (y las políticas de nuestros dirigentes) deberían hacer una apuesta seria hacia lo moral entendido como una forma de intentar reducir el sufrimiento y mejorar la vida de los demás. Y podemos encontrar propuestas desde la utopía y las humanidades: en vez de personas competitivas y excelentes que se dan codazos y excluyen desde la apropiación en exclusiva de los recursos , necesitamos personas excelsas: amantes de lo verdadero, bueno y bello. Hay que educar para la bondad, la belleza y la verdad . Hay que trascender lo inmediato.  Nadie puede quitarnos nuestro derecho de pensar en un futuro mejor. Hay que educar para la Humanidad.








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