El profesor de filosofía Gonçal Mayos recoge esa necesidad de un pensamiento multidisciplinar que aglutine todos los saberes en su concepto de Macrofilosofía: frente a la actual perspectiva del saber científico que a pesar de tener un gran poder explicativo solo se ejerce como suma de yuxtaposiciones sin dar una imagen global, la macrofilosofía (al igual que la macroeconomía frente la microeconomía) sería un saber que recompondría el todo contra el, en ocasiones, pensamiento reductivo científico. Tendría una perspectiva transversal, multidimensional, multidisciplinar y holística por vocación. Es el estudio de los procesos, estructuras y sistemas sociales, económicos de largo alcance significativo y temporal (industrialización, revolución...). También grandes conceptos agregados significativos (mentalidades sociales, grandes líneas culturales, ideas fuerza,...)
¿Por qué necesitamos la macrofilosofía? Como expone Mayos: Porque no somos griegos. Confundidos por bosques de imágenes, impactos, noticias o simultaneidades fragmentadas, no vivimos en una época como la griega preocupados por el conjunto de la condición humana sino que simplemente tratamos de sobrevivir en nuestra pequeña parcela de actuación. Todo el saber remite a una realidad y a una sola Humanidad que compone el saber (episteme griega). Nos encontramos como seres humanos lanzados a la existencia y es ante esta situación vital cuando debemos buscar nuestra condición. Esto supone una búsqueda para encontrar la esencia y dar cuenta de todo lo que conforma lo humano.
En Grecia la episteme (y la filosofía) era un saber omnicomprensivo al servicio del conjunto del conocimiento. Una visión global del saber que expulsó por un lado a otros saberes, como la poesía y la mitología y por otro a otros no-saberes, dignos de esclavos, como la doxa (mera opinión) y el pragmatismo o techne. Con la macrofilosofía se pretende recuperar lo que era la filosofía para un griego en una época que no es griega. Todo nuestro saber debe ponerse en relación a cómo contestamos a la pregunta kantiana de ¿qué es el hombre?: ¿Qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?¿qué debo esperar?. Detrás de la aventura del conocimiento radica en el fondo la búsqueda del sentido de lo humano. Algo que la macrofilosofía sin duda persigue contestar.
¿Qué aplicación práctica tiene la macrofilosofía? Puede ayudarnos por ejemplo a entender de forma multidisciplinar cual es la lógica de la fase actual del capitalismo que vivimos:
- Empezando con el filósofo Zizek y comprender que nos encontramos en la fase apocalíptica del capitalismo, el cual se ha convertido en una forma de religión donde la gente arriesga su vida para el desarrollo de la producción, de que el beneficio crezca y el capital circule subordinando totalmente a esto su felicidad. Y que estamos, aunque no lo parezca, en una época profundamente ideológica marcada aún por la desigualdad y la sociedad de clases, donde vivimos en una "ilusión democrática" que nos impide actuar y en la cual el Estado se convierte en un instrumento de la clase dominante.
- Continuando con Richard Sennett y entender como los nuevos métodos de gestión del capitalismo (precariedad, cambio, incertidumbre) chocan con lo que conforma desde siempre nuestro carácter (lealtad, compromiso, solidez) corroyéndo ese carácter en el que nos han educado y provocando esa angustia e inestabilidad que todos podemos sentir en nuestro desarrollo profesional.
- Siguiendo con Ulrich Beck y su sociedad del riesgo donde vemos que cada vez más los riesgos sociales, económicos o industriales tienden a escapar del control y protección de las instituciones que nos daban protección hasta el momento. Los riesgos se hacen incalculables, incontrolables por nuestros instituciones políticas e imprevisibles (como las crisis económicas). Esta incertidumbre afecta sin duda a nuestra construcción de la identidad personal desvinculándonos de las forma tradicionales de socialización (familia, trabajo,...) y tendiendo a procesos de individualización extremos en una sociedad precaria.
- Para finalizar con Zygman Bauman y su modernidad líquida donde la metáfora de la líquidez: en la cual los lazos entre las partículas son muy débiles, muestra un tiempo sin certezas con un carácter transitorio y volátil de las relaciones. La obligación de ser libres asumiendo miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta o la cultura laboral de la flexibilidad que arruina toda previsión de futuro.
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