Adam Smith es conocido sobretodo como economista liberal que encarna la figura mítica del padre fundador de la ciencia económica. Pero Smith es también otra cosa: un filósofo en el sentido que éste término tenía en el siglo XVIII. La filosofía era entonces un campo del saber suficientemente amplio para incluir la economía, sin situar a ésta última como una frontera disciplinaria impermeable o separada. Estas fronteras disciplinares, ligadas a la aparición de las Ciencias Humanas del siglo XIX, carecen de sentido en la Ilustración escocesa de Hutchenson, Hume o Smith que buscan elaborar una “ciencia de la naturaleza humana”.
La primera de las obras de Smith, La teoría de los sentimientos morales, trata de inferir la formación de los juicios morales de la acciones que nosotros y otros realizan. El núcleo de argumentación reside en las nociones de prudencia y simpatía. Por otro lado, La riqueza de las Naciones se ocupa del estudio de los factores que llevan al desarrollo económico siendo el interés particular (egoísta) como el motor del mismo.
La asunción fundamental de la que parte Smith es la de que esos deberes no tienen nada que ver con la realidad natural, ni se deducen del conocimiento del orden en que ésta se encuentra constituida. No son patrimonio de la sabiduría filosófica o la Iglesia. No son absolutos ni emanan de una autoridad extraterrena. Constituyen el resultado de la interacción social.
La importancia pionera de la filosofía moral de Adam Smith es que defiende que el deber moral es algo constituido por los seres humanos. La realidad moral no tiene nada que ver con una ley natural universal u objetiva, sino que se trata de una parte importante de la realidad social, la cual ha de ser considerada como algo cultural, intersubjetiva: algo en el fondo fabricado por los hombres.
El gran
punto de conflicto es el denominado “problema
de Smith” que se refiere a la aparente contradicción entre sus dos obras fundamentales: La riqueza de las naciones y La teoría de los sentimientos morales.
Existe la creencia que en La Riqueza de
las naciones el ser humano parece que se guía de forma exclusiva por el
interés propio, mientras que en su primera obra: La teoría de los sentimientos morales, tiene una perspectiva más
amplia y compleja de las motivaciones del comportamiento de las personas, dando
importancia a los valores de la benevolencia, la generosidad o la justicia.
Smith en estas dos obras trata de responder a los debates intelectuales que se
están produciendo en la Ilustración escocesa: el debate altruismo (simpatía)-egoísmo y por otro lado la administración del
desarrollo económico que se está ya desarrollando de forma cada vez mayor, y
que cambia a su vez las mentalidades y las formas sociales.
Si se hace
un análisis más profundo de ambas obras podemos decir que los puntos de vista
son complementarios. Por un lado La
teoría de los Sentimientos morales tiene un carácter más psicológico,
centrada en los pensamientos propios, los sentimientos o la tendencia natural
del ser humano hacía la sociabilidad. Por su parte, en La Riqueza de las Naciones se estudian los nuevos aspectos
económicos de la vida social y donde los otros aspectos psicológicos o morales
están en apariencia menos presentes.
En el
sistema smithiano la simpatía y el espectador imparcial juegan un papel
fundamental. Smith no considera al hombre aislado que parte de un estado de
naturaleza ficcional, sino al hombre como un ser con una relación social. Siguiendo esta perspectiva, los
seres humanos son por naturaleza sociales y tienen como fundamento de actuación
el deseo de reconocimiento, de ser aceptados, apreciados, aprobados por otros
seres humanos. Los individuos, mediante la simpatía, se ven afectados por el
bienestar ajeno, especialmente si existe algún modo de relación con el otro. No
se trata meramente de un contagio, una comunicación o una transferencia
emocional, sino que el sujeto se emplaza en el lugar del otro a través de un
acto de imaginación.
Las instituciones surgen de las
interacciones reiteradas entre individuos asociadas a un sentimiento de
simpatía. En consecuencia, la simpatía desempeña un papel crucial en la
coordinación social que supone el mercado. La simpatía es una precondición de
las interacciones humanas, un compromiso emocional como condición necesaria
para la cooperación y constituye a su vez la base para la emergencia de reglas. Las instituciones colaborativas para Smith emergen como una
consecuencia natural del proceso de mercado.
Este tipo
de aproximación es mucho más realista con el verdadero aparato motivacional humano abarcando el pluralismo
motivacional de los seres humanos.
De este
modo la acción humana es función de:
· el interés propio (o egoísmo) que
mueve a la acción,
· las actividades autotelicas o con una
finalidad intrínseca a sí misma. La idea de excelencia y el gusto de hacer las
cosas bien hechas y ser reconocidos por ello.
· La simpatía-empatía: la creación
desde la interacción social de una comunidad con normas sociales que eviten tanto la indiferencia hacia
los pobres como la otra cara de la alienación social en las torres de marfil de los ricos.
La
economía debería incorporar estos tres elementos a la hora de realizar sus
teorizaciones y proyecciones y no reducir su modelo antropológico al homo economicus racional y egoísta. En esencia de lo que se trataría es que sus
propuestas sociales fueran siempre "vidas vivibles" que recogiesen el pluralismo motivacional que caracteriza a todos los seres humanos, y donde cada uno pudiese escoger que actividades y trabajos
realiza sin generar una dependencia por verse desposeído de recursos.
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