En nuestra actualidad más acuciante se encuentra el cómo se configura las comunidades políticas territoriales. Desde el punto de vista de la filosofía y sociología política podemos decir que existen dos variantes principales: la comunidad política territorial basada en el demos y la comunidad cultural, basada en el etnos o pueblo. La confrontación práctica entre demos y etnos puede estar definiendo parte de los conflictos políticos recientes.
Las comunidades políticas basadas en el demos suelen representar una variante moderna, universalista, abierta y de convivencia, mientras que las basadas en el etnos representan una variante tradicional, identitaria, cultural, particularizada y cerrada.
Hay, por tanto, diversos modos de entender la nación: en un extremo está la nación como etnos (agrupación de personas unidas por la raza, pertenencia a un pueblo, identidad, lengua o por la nacionalidad), como singularidad natural y, en su forma más primaria, racial.
En el otro, nación como demos (conjunto de personas que forman una unidad política), como conjunto de hombres que viven sujetos a las mismas leyes que se dan y a una ciudadanía que va más allá de que pertenezcan a un etnos determinado.
Las diferencias entre estas variantes de conformación política pueden resumirse en varios parámetros según el sociólogo Mariano Fernandez Enguita:
- Por su base de adscripción: en el demos será el territorio y la residencia mientras que en el etnos es la familia o filiación.
- El derecho predominante: en el demos sería el ius soli y en etnos el ius sanguinis.
- El tipo de autoridad: es restrictiva en el demos y prescriptiva en el etnos.
- La institución socializadora: es la escuela en el demos y la familia en el etnos.
- La forma desarrollada: en el demos sería el estado-nación cívico mientras que en el etnos sería el pueblo (un solo pueblo).
En su versión mas nacionalista radical, el etnos no conoce otros valores que los identitarios o nacionales de su pueblo y pretende conseguirlos de forma excluyente, anteponiéndolos a cualquier otro tipo de consideraciones, amenazando la legalidad vigente, el pluralismo político y la convivencia cívica dentro de una comunidad política territorial.
La variante étnica en su versión nacionalista radical puede llegar al autoengaño y falta de autocrítica como forma de mantenimiento de su relato. Es lo que el filósofo Manuel Cruz ha denominado como credulidad culpable: en lo que define al fanatismo no es el completo abandono de la razón, sino un uso perverso y torcido de la misma.
En la práctica se ha caracterizado por una población crédula y narcisista, que recibe complacida y acepta sin crítica mensajes de falsedad evidente (fake news), normalmente contra el demos o contrario, sin revisar sus posiciones. En una aparente decidida voluntad de autoengaño, que refuerce un estado mental o relato, donde lo importante no son los hechos, sino la ficción que mantenga cohesionado al etnos y confrontado con el demos.
El pertenecer a un etnos determinado o, para Manuel Cruz, autoproclamarse "buena gente", no garantiza sin la menor duda la verdad y el acierto de la propia posición. Ni da el derecho a monopolizar el agravio por bandera y denostar al contrario como única forma de estrategia propagandística política.
Aperturar vías de diálogo político que encaucen esta confrontación entre demos y etnos, así como un ejercicio de la razón adecuada a la verdad de los hechos, es responsabilidad de todos como forma de solucionar conflictos políticos.
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