lunes, 10 de junio de 2013

El consentimiento con las interpretaciones: el Pensamiento Débil

Hablamos muchas veces que los hechos son los hechos. Que no hay lugar a discusión posible cuando tenemos un dato o un factor objetivo relevante. La dura facticidad de las cosas nos es impuesta a pesar de que en muchas ocasiones no estemos de acuerdo con ello. Pero ¿hay realmente hechos? ¿Hay una verdad unitaria que se manifiesta en hechos?

El filósofo italiano Gianni Vattimo nos puede servir de orientación mediante su denominado pensamiento débil: es una teoría filosófica que, enmarcada en la posmodernidad en que vivimos, critíca los grandes sistemas metafísicos disolviendo los absolutos y las abstracciones. Ya no hay un metarrelato que de sentido completo a lo que vivimos y además hay una disolución progresiva de la idea de objetividad.

No existe una verdad unitaria. La verdad se corresponde con unos criterios de verificación, pero estos no son siempre los mismos, sino que varían según las diferentes épocas y culturas. No hay, como decía Kant, unos a priori iguales para todo el mundo sino que las diferencias culturales implican diferentes formas de acercarse a la realidad.

El pensamiento débil se llama así porque tiene una visión de la evolución de la historia humana que tiende a la reducción de la objetividad, de la dureza de la realidad. La antropología cultural se hace relevante. El pensamiento débil intenta reconstruir una racionalidad humana que no se base en unos principios absolutos que no podemos poner en duda. No hay hechos solo interpretaciones. La verdad no es una cuestión de encuentro con los hechos, sino de consentimiento con las interpretaciones.

Esta idea del carácter interpretativo de la experiencia humana es realmente un descubrimiento de nuestra libertad: lo que nuestras autoridades, políticos o economistas llaman realidad no es más que en el fondo una cuestión de consentimiento nuestro con su interpretación interesada para mantenerse en el poder o presionarnos para hacer algo. Y es que afortunadamente hay veces que de la debilidad surge nuestra fortaleza para ser libres.




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