lunes, 12 de agosto de 2013

¿Pensar sirve para algo?: Hannah Arendt y la función del filósofo


¿Para qué sirve pensar? ¿Qué significa ser filósofo o ejercer la filosofía? Hemos de constatar que en nuestra sociedad actual el acto mismo de pensar muchas veces esta considerado como subversivo: en primer lugar quizás porque el pensar es en sí mismo un acto solitario: deja de lado la denominada solidaridad y consenso del grupo para convertirse en algo asocial. En segundo lugar, porque no reporta una utilidad evidente: un consumo o una práctica social aceptada. El acto de pensar es algo que no incrementa nuestro desarrollo, nuestra satisfacción y placer hedonista que el sistema social nos recomienda a todas horas, nuestro progreso económico en definitiva. Es más, muchas veces determinadas ideas suponen un obstáculo al denominado y buscado progreso social.

Para entender mejor de qué están hechos los filósofos y qué papel pueden jugar en una sociedad como la nuestra, es altamente recomendable ver la reciente película "Hannah Arendt " de Margarethe Von Trotta: una película de ideas que hace pensar y  muestra magistralmente el papel de esta filósofa judía, que fue considerado muy controvertido, en los hechos históricos del juicio en Israel del criminal de guerra nazi Eichmann. 

Del visionado de este film creo que podemos obtener varias grandes lecciones:
  • A pesar de que el acto mismo de pensar puede que no tenga que tener ninguna utilidad en concreto sino que es algo simplemente innato al ser humano como le indica a Hannah Arendt su maestro Heidegger en una de sus clases, el pensar en el fondo puede reportarnos una utilidad moral: la de romper con servidumbres voluntarias o inconscientes ante las ideologías que nos rodean. Aunque no nos lo parezca, como dice el filósofo Zizêk, actualmente vivimos en una de las épocas más ideológicas que han existido. Una ideología que es una evolución de un Capitalismo basado en el mercado, el consumo y la apropiación. Recordemos que una de las definiciones de ideología es un sistema de representaciones que tiene como función ocultar los conflictos reales para justificar un estado de cosas. Así por ejemplo, nuestros en principio paraísos consumistas  nos ocultan una explotación en Asia en la confección de los productos que consumimos por parte de mano de obra que trabaja muchas veces en condiciones de esclavitud. Curiosamente creemos que ahora el Capitalismo es algo aséptico y abstracto, exclusivamente financiero de juego de ruleta en bolsa, dejando de lado que existe una gran parte industrial que ahora están desgraciadamente sufriendo algunas naciones y personas en Asia.
  • Como nos dice el pensador Castoriaidis: el hombre quiere creer, no quiere saber. El pensar cuestiona las creencias, introduce dudas, nos saca de la comodidad de nuestras certezas. Llevado al extremo y si observamos el análisis que Hanna Arendt hace del caso de criminal de guerra nazi Eichmann: cuando la vida de un hombre como el burócrata Eichmann está desprovista del sentido de trancendencia, la tendencia es a refugiarse en la ideología. No pensar, no ser racional le lleva a no ser humano, a deshumanizarse y participar simplemente en algo que él creía grandioso y único como el nazismo con las consecuencias que desgraciadamente eso tuvo. La excesiva burocracia nos sirve de coartada a veces para deshumanizarnos, para actuar simplemente como meros intermediarios de leyes o governances empresariales que han hecho otros y que nosotros nos limitamos a cumplir. Eso nos puede dar comodidad pero nos aleja de sentido moral que debemos dar a nuestras vidas y que sólo mediante el pensar crítico podemos descubrir. Y seguramente,  la verdad moral esta siempre del lado de los que sufren que son a los que debemos proteger.
  • El papel del filósofo queda fehacientemente retratado en la figura de Hannah Arendt: a pesar de las furibundas críticas que recibió por no considerar a Eichmann como un monstruo sin escrúpulos, dedicado a la exterminación de judíos sino como un simple hombre banal, un burócrata que renuncia a pensar, deshumanizándose y cumpliendo ordenes, sumergido en una ideología que le da la oportunidad de participar en algo supuestamente grande. La respuesta de Hannah Arendt es la respuesta del filósofo: no se deja llevar por rasgos identitarios o por los sentimientos como judía que ella era, sino que da una respuesta racional que no da nada por sentado. No se limita a ser historiadora y constatar sino a ser Poeta y crear (poésis): a pensar y crear nuevos conceptos como el de "la banalidad del mal", que nos den nuevas perpectivas ante la realidad que vivimos. Esa es sin duda la función de los filósofos.

Como seres humanos todos podemos pensar y ser filósofos. Onfray nos dice que filosofar es hacer viable y vivible la propia existencia allí donde nada es dado y todo debe ser construido. Pensemos y hagamos pues sin miedo de la filosofía también nuestra profesión: una profesion filosófica que, como decía Eugenio Trias, es la dignidad de una condición que no se satisface con vivir sin adquirir comprensión y conocimiento de lo vivido.








2 comentarios:

  1. maravillosa invitación a la búsqueda de la verdad,con gran sentido de humanidad

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  2. Enhorabuena por el post y el blog, me han gustado mucho.

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