"Compendio de reflexiones sobre las Humanidades y las Ciencias con vocación expresiva integradora"
sábado, 3 de agosto de 2013
Reflexiones vacacionales: la alegría como verdadero arte de vivir
Hay tiempos como son los del descanso vacacional que invitan a la reflexión serena. Un alto en el camino que nos permita no sólo coger las tan necesarias fuerzas para un futuro que es incierto por definición, sino que también nos facilite ese ajuste que permita focalizar nuestra mirada en lo realmente esencial y por tanto importante.
En un entorno tan desbocado como el que vivimos inconscientemente nos dejamos llevar por una marea de pensamientos que el stress provoca y que hacen que muchas veces sintamos nuestra realidad como desajustada, provocando emociones negativas, que no encajan con nuestro deseado proyecto vital y eso nos hace desembocar en estados de ánimo entristecidos o agotados que debemos proponernos cambiar. Nietzche decía que "cada estado interior es una filosofía" y quien mejor que nosotros mismos para crear nuestra propia filosofía.
Las presiones en las que vivimos nos mantienen en la superficie de la vida. Sabemos que la visión de la vida nos la dan nuestros conceptos que nos ayudan a interpretar lo que vemos. Debemos trabajar ajustando lo más posible estos conceptos mediante la formación continua: la lectura, la curiosidad, el estudio, la crítica fundamentada nos permitirán ir al fondo de cada circunstancia y con eso interpretaremos mejor lo que vemos y hallaremos más sentido a la vida. Los libros por ejemplo, permiten que en vez de mirar hacia uno mismo de modo egótico,conectar con el mundo exterior, nutriéndonos con un enorme arsenal de conceptos para descubrir aquellos que describen lo que uno siente. El Sapere aude ilustrado (atrévete a saber) más allá de un lema histórico debería ser una convicción vital a cultivar por todos nosotros.
Por otro lado debemos quizás también tomar conciencia de que nuestra experiencia del tiempo ha cambiado radicalmente. Como explica el sociólogo Zygmunt Bauman, el tiempo ya no es cíclico como en la era rural o mitológica, ni tampoco lineal ,como en la era industrial, sino que se ha convertido en puntillista: cada punto es la promesa de un nuevo inicio, un big bang personal y vamos saltando de un punto a otro hasta que nos agotamos o al final perdemos el hilo de ariadna del sentido. Vivimos inmersos en la cultura flash: la fragmentación, el vértigo visual de que en cada momento ha de pasar algo y la falta de unidad de sentido es otro de los males modernos que padecemos. Y esto sin duda nos afecta no sólo a nosotros sino también a nuestras relaciones.
Practicar ese sano distanciamiento que supone la suspensión del juicio (epojé) es pues otro de los grandes aprendizajes a realizar: no juzgar, no manipular, limitarse a ser lo que se ve, se oye o se toca; es ahí donde radica la gran dicha y sabiduría de la meditación: respirar, inspirar y expirar reproducen el ritmo esencial de la vida: tomar y dar, acoger y entregar. La verdadera libertad , el único lujo es disponer del tiempo para acompasarse con ese ritmo esencial de la vida que en nuestro ajetreado acontecer diario desafortunadamente olvidamos.
Cuidemos también nuestro lenguaje, aprendamos que nuestras palabras sólo tienen sentido si están en concordancia con nuestras acciones. La ejemplaridad debe ser central en nuestra vida. Es mejor preferir las modestas proposiciones viables a construcciones conceptuales sublimes pero inservibles. Tengamos los pies sobre el suelo y seamos también conscientes que el lenguaje tiene un gran poder performativo: la cultura, las ideas y las palabras tienden a realizar lo que ellas formulan simbólicamente. Habituémonos a tomarnos el tiempo de conversar con nosotros mismos y los demás. Hagámos así posible lo que acordemos y verbalicemos.
Y por último pero seguramanete lo más importante: aprendamos a reconocer en nosotros la alegría que proporciona el puro placer de existir. La inmanencia del existir como causa suficiente sin buscar una causa externa o un reto a superar. Como decía sabiamente Spinoza: cuando uno mira en su interior lo que experimenta es una profunda alegría por estar vivo: una acción adecuada que brota de una idea adecuada. La vida a pesar de todas las circunstancias adversas externas tiende naturalmente a afirmarse y desplegarse. La vida muestra su deseo de perseverar en su Ser, de deplegar su inmanencia hasta límites desconocidos. El hombre más potente es el que se apodera de su capacidad de obrar en el esfuerzo por experimentar la alegría que nos da el simple hecho de estar vivos. Debemos orientar nuestra vida hacia el aumento de la propia potencia interior, y eso no tiene límites por mucho que parezca que puedan ponérnoslos exteriormente.
Aprovechemos este tiempo vacacional para serenamente dar calidad a nuestra vida: intentemos hacer de la alegría de vivir nuestro estado interior y creemos así nuestra propia Filosofía. Esto esta sin duda al alcance solo de nuestras manos como verdadero arte de vivir.
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