BECKETT
“ Si pensamos por un instante en la concepción del lenguaje como límite de nuestro mundo apreciamos como se desvanece aquí toda confianza en la unidad, toda percepción de límites. Lo inexpresable se instala en el seno mismo del acto poético”
¿Es el silencio un símbolo? ¿Es una metáfora de lo inefable y espacio de lo indecible? ¿Es una forma de conducta?. ¿Un reflejo y consecuencia de nuestros atribulados tiempos? ¿Un punto y final? ¿Es el silencio en definitiva, el gran protagonista del siglo que hemos dejado atrás?.
El sentimiento de lo sublime es identificado como algo que produce un desbordamiento que escapa a la claridad conceptual con resultados duales de placer y de menesterosidad o pena.
Antes del siglo XX y para Kant y posteriormente los autores románticos ese sentimiento de lo sublime lo provocaba la relación con la naturaleza por lo inabarcable en su extensión. Pero es a partir de todas las experiencias históricas de las diferentes guerras del siglo XX, de lo inhumano, del terror, de Auschwitz que el desbordamiento de lo sublime abandona la naturaleza y esa experiencia estética de lo sublime no es comunicable o calla provocando el silencio: se tiene la idea del mundo pero no se tiene la capacidad de mostrarlo.
Wittgenstein partiendo de Kant define una serie de entidades trascendentes que son condiciones de posibilidad del mundo mismo: la estructura lógica, los valores morales y el sujeto metafísico. En su Tractatus, que supone el principal hito de la centralidad del lenguaje como objeto central de estudio de la filosofía del siglo pasado conocido como el giro lingüístico, Wittgenstein define un conjunto de cosas sobre las que no se puede hablar y es mejor guardar silencio. Para el filósofo austriaco las proposiciones que no describan hechos son un sin sentido.
Vemos pues, que en esta propuesta filosófica del genial Wittgenstein, el lenguaje pasa a ser el límite de nuestro mundo, y el silencio se instala en la centralidad de cualquier acto trascendental (y en sus representaciones artísticas, filosóficas o culturales). Únicamente hay una pequeña posibilidad de vía de escape ante lo inexpresable y es el sentimiento de lo místico.
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