martes, 7 de diciembre de 2010

Malevitch y el suprematismo: una filosofía del abismo del ser

Al principio fue la excitación...”

La excitación sin causa del Universo [...] no tiene ley; y solamente dado que la excitación se pulveriza en estados reales y naturales, aparece la primera ley, el ritmo, primera ley y la más importante de todo lo que se manifiesta en esta vida[...].La música es una acción que intenta religar los ritmos en una unidad”

                                                           K. Malevitch

El Suprematismo más allá de un movimiento estético y artístico se puede definir como un proyecto filosófico de construcción de un Cosmos de sentido ontológico dado que sus propuestas implican valores, límites de conocimientos y la transformación del individuo. Malevitch crea un universo absoluto que niega al objeto para ir más allá de las apariencias y remontarse al origen mismo de la existencia como fuente del ser. Antoni Marí nos dice  también que el Suprematismo tiene como objetivo mostrar los estados supremos de la conciencia a través del supremo estado de la pintura que es la no-objetivación / figuración. La no-objetivación rechaza cualquier referencia al mundo de los objetos y no reconoce más que un solo mundo, el del abismo del Ser.

El suprematismo es la revelación por la pintura de ser abismal como excitación. Toda la meditación de Malevitch sobre el ser es un ensayo que prueba que el mundo de los objetos no es más que una apariencia, que los objetos no existen, que únicamente existe excitación del ser, por esencia no-figurativa, sin objetos y sin objeto. La ontología de Malevitch es pues una justificación de la practica artística suprematista, una demostración discursiva de la verdad de la demostración pictural no-figurativa absoluta.

En los primeros textos suprematistas Malevitch retoma la crítica platónica del arte-ilusión, arte-simulacro y arte-repetición: “Entre el arte de crear y el arte de repetir hay una gran diferencia”. Malevitch encontró modos de romper con el principio de imitación según Antoni Marí: de Kandinsky reconoció la necesidad de transfigurar los objetos y de trascender las formas materiales; de Cézanne y los cubistas registró que el objeto material no desaparecía, si no que se descomponía y reconstruía siguiendo las leyes lógicas de representación. De los futuristas recogió el principio dinámico que debe ofrecer la pintura como sensación de movimiento y cambio. Del rayonismo ruso tomó la imagen de que el objeto se reduce a la suma de los rayos de luz que emanan de él.

Para Malevitch el principio de todas las cosas excitación sin causa del Universo “sin numero, sin precisión, sin tiempo, sin espacio, sin ser absoluto y relativo”. La excitación es a la vez estimulo (particularmente sexual) y creación de una corriente magnética en las bobinas de un electroimán. La palabra excitación en ruso (vozboujdenie) pertenece al vocabulario psicofisiológico y al físico y técnico. La excitación de Malevitch tiende al Eros de los filósofos griegos y al principio electromagnético, erigidos como principio ontológico.

El todo y también la nada eterna, la ausencia total de sentido en los giros eternos. La materia y el espíritu no existen separadamente: “lo que llamamos materia, ¿ no son sino simples movimientos espirituales? Y puede ser que lo que  llamemos espíritu sea el movimiento de la materia”.

 De aquí la ley física de que nada desaparece en el Universo, sólo se transforma o toma un nuevo aspecto. El monismo cosmológico de Malevitch es a su vez un monismo ontológico que no ve en el dualismo de la metafísica, de la antropología ,de la epistemología y de la ética más que una trampa del pensamiento dominante que quiere evitar el abismo no figurativo del ser.

El pensamiento para Malevitch es una imperfección deducida de la perfección divina y no comprende porque en un momento determinado el pensamiento ha salido de Dios, del Absoluto, del no-pensamiento y ha caído naciendo una ruptura. El cráneo del hombre es también el cosmos: “El cráneo del hombre representa el mismo infinito por el movimiento de representación; es igual al universo [...] nosotros mismos somos la naturaleza”.

Ningún objeto puede ser comprendido por el pensamiento, ya que todo objeto es una suma sin fin de objetos, suma que es imposible de calcular. El hombre busca perpetuamente el fondo y su lógica inalterable es construir “cimientos lógicos para un objeto que no tiene cimientos”.

 El suprematismo no es pues solamente para Malevitch una receta artística nueva, es una ontología, una revelación del abismo de ser,  la creación de un nuevo cosmos que debe metamorfearse  de arriba debajo de todas las manifestaciones humanas, liberar a la humanidad del peso figurativo, de la pesadez de lo objetos (consecuencia del pecado original) para reencontrarse con la ligereza divina.

La tríada de Malevitch  o vías hacia la perfección “arte, iglesia y fábrica” es un híbrido de la tríada platónica (la verdad filosófica, el trabajo manual con el que el obrero fabrica los objetos, reflejo de la verdad  y el arte, grado inferior, pues el artista es “el obrero de un simulacro”) y de la Nietzchiana (el santo, el filósofo y el artista).

Estas tres vías hacia la perfección, la del arte, la de la iglesia (espiritual) y la fabrica (científica), desde el punto de vista de la vida diaria son iguales en su imperfección: tienen como principio y como Dios al cual no pueden destronar. La iglesia construye un sistema técnico que deber permitir esperar la perfección divina, la fabrica quiere invertir el dios de la iglesia, no quiere a Dios, pero en realidad busca la perfección divina, busca su Dios, que no llama Dios. El arte también tiene su escuela técnica que busca la perfección: su Dios se llama belleza.

1 comentario:

  1. Felicidades por los escritos, son de un contenido que suscita el interés.
    Para el pensamiento iniciático, el ritmo es una de las leyes que contempla los ciclos de la vida.
    El Kybalion (libro del antiguo Egipcio) nos habla de los 7 principios o axiomas que rigen el Universo. El 5º es el principio del ritmo, donde todo fluye y refluye. Todo tiene sus momentos de avance y retroceso, todo asciende y todo desciende, todo oscila entre la derecha y la izquierda y el ritmo es el que todo lo compensa. Así pues, la economía no escapa a este principio hermético y cumple debidamente con los flujos y reflujos, con las subidas y bajadas, aunque en cada época el causante sea distinto, pues distinto es el nivel de conciencia que lo genera; ergo distinto el aprendizaje que implica.

    Gracias por tu ilustrativo artículo.
    Jordi

    ResponderEliminar