García Gual en su articulo “Destino y libertad del héroe trágico” afirma que los dioses griegos están por encima de los héroes, pero no les fuerzan a tomar una determinada actitud. Los héroes no actúan contra su voluntad, sino que eligen su respuesta: ante el conflicto eligen una decisión equivocada (hamartía).
Los dioses a lo más que llegan es a sugerir cual decisión les es más grata. García Gual pone como ejemplo la pelea entre Agamenón y Aquiles en el canto I de la Ilíada: Atena se le aparece al joven héroe y le aconseja no desenvainar su espada contra el caudillo del contigente aqueo, le dice: “¡Ojalá me obedezcas! Eso sería lo mejor”. Aquiles hace caso a la diosa y se limita a insultar a Agamenón. Lo interesante aquí es que la diosa habla en optativo y no en imperativo, por lo que se deduce que Aquiles podría haber desobedecido a la diosa y haber actuado de otro modo. Por lo tanto la diosa respeta elegantemente la libre decisión del héroe.
Lo específicamente trágico es que el avance hacia la ruina se realiza a través de los actos asumidos por el protagonista (los dioses consienten). El movimiento fatal está inscrito en el propio carácter del sujeto. Todo esto puede resumirse en la magistral frase de Heráclito “El carácter del hombre es su destino” (Ethos anthrópoi daímon).
Para García Gual no hay ni fatal determinismo ni tampoco una total libertad. No hay una libertad absoluta en un mundo urdido por los dioses. Pero en el plan divino hay sitio para la actuación trágica, con su exceso (hybris), su error (hamartía), y su peripecia catastrófica hacia el ate, la destrucción.
La grandeza patética del héroe (y del hombre) está, para García Gual, en su necesaria libertad de decidir y de equivocarse, a riesgo personal, sin poder escaparse a ese riesgo. Aristóteles defiende el libre albedrío y claramente dice “que no cabe ser forzado”. No hay una necesidad exterior, ni en las más tremendas situaciones, porque todo hombre es libre para decir no, aunque sea al precio de la vida. El héroe puede decir que su elección no fue enteramente libre, que se equivoco en una trágica hamartía pero no que todo estuviera ya decidido sin su consentimiento.
Deciden siempre de acuerdo con su modo de ser, con su carácter, con su ethos (llega a ser como eres). El entorno es feroz, entrampado, no pueden evitar el error y su grandeza (ethos) los expone al trágico desenlace.
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