jueves, 29 de marzo de 2012

Lectura recomendada: De Dios y del ateísmo


Hay preguntas a las que sólo podemos contestar personalmente. Hay también grandes cuestiones que nos acompañan durante toda una vida. Una de ellas sin duda es nuestra concepción del hecho religioso: una comprensión que puede venir desde el sentimiento hasta la razón. Quizás para muchos la vía más segura es el pausado reflexionar desde nuestra limitada racionalidad sobre una cuestión, Dios, que casi por definición escapa a la aprehensión en nuestro mundo. Pero ello no es óbice para que mediante el esfuerzo personal y el cuidadoso estudio histórico intentemos dar alguna luz, aunque sea a  breves fogonazos, sobre una de las principales cuestiones de nuestro existir.

El libro De Dios y del ateísmo del economista Pere Costa es uno de los grandes ejemplos de como desde fuera de un mundo académico, muchas veces encorsetado, la esforzada reflexión personal sobre Dios desde la razón, como uno de nuestros elementos esenciales como Seres Humanos, hagan que paradigmáticamente la importancia este en el proceso personal  y no en las respuestas que muchas veces sobre la cuestión religiosa no se encuentran en el sendero de la razón sino más bien en el del sentimiento.

Un libro que recoge ordenadamente  las perspectivas históricas, antropológicas, filosóficas sobre Dios y el hecho religioso y que cede también la palabra a la Ciencia como actor fundamental en nuestra modernidad. Una obra que nos acercará al  hecho religioso pero que, como dice el autor, no pretende un esclarecimiento definitivo sobre la cuestión ya que "al creyente ninguna explicación le es necesaria, y al no creyente, ninguna explicación le es suficiente".

La misma palabra religión viene del verbo latino religare: re (de nuevo) ligare (ligar o amarrar). Religión significaría pues ligar de nuevo: un ser humano que nace con la mitad de la frase y que busca la otra mitad en el arte, la literatura el pensamiento y la religión. Una reflexión personal sobre Dios y la religión ineludible para nosotros como  humanos y  que con el libro de Pere Costa podemos abrirnos camino ya que como decía Wittgenstein: " Hay… lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo”,es decir, existe lo místico, y que esto místico se muestra de algún modo, aunque no en el lenguaje usual". En el fondo, nos rodea el misterio...


viernes, 23 de marzo de 2012

Viviendo cerca de los por qué: el perspectivismo de Ortega y Gasset


Podemos adoptar diferentes actitudes ante la vida: desde verla como una cuestión meramente de supervivencia operativa privilegiando en nuestras elecciones el cómo, hasta intentar comprender el por qué de lo que hay detrás de esa inmediatez en la que en muchas ocasiones no nos queda más remedio que vivir. Lo que es común a estas actitudes es que van a depender sin duda de la visión personal que tengamos del mundo y nuestro acontecer personal, es decir, de nuestra perspectiva de las cosas.


Desde la filosofía es el pensador español Ortega y Gasset quien mejor desarrolla las lineas maestras que afirman que las distintas concepciones del mundo dependen del punto de vista circunstancial de los individuos mediante el denominado perspectivismo: para Ortega la realidad era suma de la existencia humana individual y su circunstancia, considerada como el ámbito de los problemas a los que tenemos que enfrentarnos como sujetos. Así por ejemplo para nuestra concepción la esencia de la Tierra no está en su definición astronómica o geológica sino en las dificultades y facilidades que nos ofrece: lo que nos sostiene, lo que a veces tiembla, lo que nos separa de nuestros seres queridos.

De esta filosofía Ortega proclama un principio dinámico: "la vida no tiene un ser fijo y dado de una vez para siempre, sino que está pasando y aconteciendo". El ser principal de un hombre, un pueblo o una época es su sistema de creencias. Ortega ponía la plenitud de la vida y la cultura en el cambio de valores y la recuperación de la vida espontánea como valor mediante el vitalismo. Cualquier circunstancia objetiva puede matizarse y superarse con nuevos conceptos circunstanciales desde nuestro Yo-Circunstancia en su devenir vital.

Y es en la educación con el fomento dinámico del crecimiento interior a partir de nuestra perspectiva y experiencia personal donde podemos extraer ese vitalismo que forma parte esencial de lo que nos conforma como seres humanos. El desarrollo personal solo se produce a partir de nuestra experiencia plena y directa de la realidad por más difícil que ésta pueda llegar a ser, como ocurre en la época actual. De aquí debe surgir una fuerte voluntad de querer estar bien fomentada por nuestra capacidad de interrogación.

Vivir diariamente cerca de los por qué será sin duda  la mejor garantía de que cualquier circunstancia vital nos ayudará a ampliar esa perspectiva personal que los tiempos actuales necesitan de cada uno de nosotros para poder avanzar.

jueves, 15 de marzo de 2012

La vida como respuesta: la sensación de fluidez


Muchas veces no podemos escapar a días y situaciones que nos resultan tediosas o anodinas. Ya nos decía Pascal que "todas la desdichas del hombre derivan del hecho de que no es capaz de estar sentado tranquilamente, solo, en una habitación". Nos dejamos llevar por inercias que van de la búsqueda a toda costa del éxito en lo laboral a problemas de relación con los demás por una excesiva autoexigencia de perfección personal, para acabar en aburridas rutinas que intentamos esconder bajo una hiperactividad descontrolada.

Se hace difícil pararse a reflexionar porque esta falta de actividad es vista como una pérdida de excelencia personal. Nuestras empresas buscan más perfiles de utilidad dirigida, repetitiva  y de usar y tirar a personas y directivos que entiendan la vital importancia de tomarse su tiempo para estructurarse y dirigir su mirada hacia una trayectoria personal y profesional consciente y responsable no sólo con uno mismo, sino también con los que te rodean.

Quizás sea importante respetar el proceso de las cosas: hay que invertir tiempo en aprender, interiorizar las reglas de juego, afinar los detalles y redescubrir la tenacidad natural que todos tenemos. Tampoco hemos de dejar a otros la posibilidad de inmovilizarnos: el miedo puede llevarnos a esperar que todo vaya  a seguir siendo igual.

Sentir la sensación de fluidez que esta en la esencia de la vida nos ayudará sin duda. Heráclito ya nos decía sabiamente que todo fluye (panta rei). La clave está en el cambio como constante: ninguna situación es inmutable para siempre.

Esta nueva visión puede conseguirse ejercitando conscientemente:
  • La fluidez mental: dejando que surjan ideas inesperadas.
  • La fluidez emocional: dejando que el miedo, el odio o la ira simplemente pasen.
  • La fluidez social: aportando motivación y creatividad
  • La fluidez cultural: formándote en todo aquello que suponga entender mejor lo que te rodea.

Se trata simplemente de intentar no sucumbir a modelos sociales que se convierten en modelos mentales. Apostar por uno mismo, mediante la reinvención en la fluidez constante, evitará el inmovilismo que causa el miedo a un futuro a todas luces incierto para todos. Como decía Montaigne: hay que dejar que la vida sea su propia respuesta.

sábado, 3 de marzo de 2012

Maestros en la vida: tomando decisiones con los clásicos


Hay momentos cruciales en nuestra vida en que se hace necesario aventurarnos y tomar caminos que no sabemos donde pueden llevarnos. Hay también significados cuya alcance no acabamos de entender hasta que los ponemos en práctica. Se trata en el fondo de un proceso inverso a la reflexión donde pasamos de ver la realidad a través de las ideas a ver las ideas a través de la realidad. Un proceso sin duda necesario para evitar prejuicios o sesgos cognitivos en el proceso de la información.


Conocer es actuar: la incertidumbre, la discrepancia y la inconsistencia constituyen a veces la moneda de cambio de cualquier toma de decisiones o disciplina de conocimiento. Eso no debe paralizarnos sino que al contrario, forma parte irrenunciable del proceso. Hay que tener también en cuenta los efectos y que no hay discurso o actuación ideológicamente neutro: habrán siempre implicadas personas que no deberíamos considerar como meros objetos sino como sujetos. No se puede pretender adecuar la realidad a nuestro pensamiento.


Y dónde buscar el coraje para actuar correctamente es uno de los principales retos que tiene cualquier persona o directivo. En el mundo moderno a este coraje lo llaman competencias que tienen los directivos excelentes: pensamiento analítico, integridad, autocontrol, inteligencia emocional...  Pero ya  nuestros clásicos se habían preocupado de como hacer viable la propia existencia allí donde nada es dado y todo debe ser construido.


Para muchos pensadores antiguos la verdadera libertad estaba basada en la virtud: así para Platón en su mito del auriga o del carro alado considera que el hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio. Y para ello la utilización de su alma racional y las virtudes como la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza son la guía esencial en esa carrera en que a veces se convierte nuestro devenir vital.


Pero la aportación más interesante en el concepto de virtud la realiza Maquiavelo que la considera una energía interna y activa del hombre, la cual podía vencer a la suerte (fortuna). La virtud no es ya una cualidad interna o inherente al gobernante, sino que ésta depende también de la acciones exteriores, de los acontecimientos y el devenir de la historia. La virtud es también la capacidad de gobernar, proporcionar estabilidad y orden.

Quizás en la sabia y equilibrada combinación de esa energía interna reflexiva con nuestras acciones exteriores radique la verdadera esencia de lo que significa tener competencias para realizar una función. Y tomar decisiones revisitando nuestros clásicos puede ser una apuesta segura. Ya nos decía Aristóteles: los discursos generan menos confianza que las acciones