jueves, 31 de diciembre de 2015

Macrofilosofía del Capitalismo: dos reflexiones sobre la Tesis



Tras la defensa de mi Tesis Doctoral Macrofilosofía del Capitalismo se han producido dos fundamentadas e interesantes reflexiones para el debate de los profesores Gonçal Mayos y Antonio Argandoña que comparto abajo.


Capitalismo: una macrofilosofía. Blog: Macrofilosofia. Autor: Gonçal Mayos. Profesor Filosofía Universitat de Barcelona

El capitalismo es sin duda el fenómeno más complejo de la actualidad y –también- el que más astutamente se nos escabulle de entre los dedos. El turboglobalizado capitalismo actual nos afecta en la práctica totalidad de los aspectos de nuestras vidas. Queramos o no, estamos e incluso “somos” en él.

Es nuestra “condición” aunque para algunos sea una especie de “cielo” y para la mayoría lo más parecido al infierno en la Tierra. Como en Rebelión en la granjade Georges Orwell en cierta medida todos nos igualamos ante el monstruo del capitalismo, si bien lamentablemente algunos siempre serán “más iguales” que los otros. Pues tiene la conflictiva e inestable dualidad que reflejan desde Fritz Langen su Metrópolis, hasta Martin Scorsese en The Wolf of Wall Street, pasando por las diversas versiones de Upstairs, Downstairs.



El capitalismo nos marca tanto en las épocas de increíble crecimiento como en las trágicas recesiones, tanto en las “burbujas” como en las crisis, tanto en la producción como en la especulación… Condiciona toda nuestra vida cotidiana: nuestras condiciones de vida material pero también nuestras subjetivaciones. Nos tortura dolorosamente haciendo que escudriñemos ansiosos su final, pero también nos seduce haciendo que lo anhelemos hasta la muerte e –incluso- no podamos construir otro mundo (ni a veces simplemente imaginarlo).  

Paradojalmente, el capitalismo parece brotar profundamente de la misma naturaleza humana, pero a la vez es radicalmente inhumano. Contradictoriamente, surge de los más profundos instintos, pero amenaza destruir aquellos que nos hacen ser “humanos”.

Por eso se ha convertido en omnipresente la crítica al capitalismo neoliberal, financiero, cognitivo y que nos convierte a todos en “precariado”. Pero también, ese mismo capitalismo se muestra capaz de fagocitar cualquier crítica y de reconvertir en beneficio suyo cualquier acción en su contra.

Ha devenido pensamiento único, “sentido común” hegemónico y señor de una gobernanza mundial bajo el llamado “consenso de Washington”; a la vez que se ha convertido en esclavo e instrumento frío de unas nuevas élites extractivas globales y la creciente desigualdad económica humana.

Ciertamente el capitalismo es un fenómeno, un sistema, una dialéctica… tan complejos que no se puede pretender abarcar, conocer ni -¡aún menos!- cambiar desde una única ciencia. Ningún departamento universitario, ningún “think tank”, ni ninguna comunidad de expertos puede sintetizarlo ni totalizar la complejidad de sus causas o efectos.

Por eso estamos condenados a fracasar, si pretendemos cambiarlo desde una única perspectiva académica, una sola ideología, cualquier metodología parcial, toda aislada disciplina… Incluso si pretendemos pensarlo desde una única perspectiva y aspecto de la “naturaleza humana”, sea cual sea.

Por eso la filosofía –en tanto que es el único saber que hoy todavía pretende
sintetizar o totalizar la realidad o, al menos, los distintos aproximamientos humanos y ciencias- debe atreverse a considerar el capitalismo con toda su paradójica complejidad.Esta es una tarea poli, multi, inter, trans, macro y –tendencialmente- postdisciplinar como la que ha encarado Alfonso Bárcena –humildemente y al nivel de sus fuerzas (que no son pocas)- en su tesis doctoral Macrofilosofía del capitalismo dirigida por Gonçal Mayos y centrada en la evolución capitalista desde los años 1980.

También son interdisciplinares y macrofilosóficos el tribunal que la juzgó y el debate subsiguiente, pues ninguno de sus miembros se “encerró” en la torre de marfil de su expertez. Fueron convocados –casi como parte del tribunal- filósofos clásicos y pensadores actuales desde Marx a Byung-Chul Han, pasando por Foucault, Derrida, Bauman, Sennett, Foucault, Derrida, Rancière, Harvey, Rendueles, etc. Aquí la profesora titular de filosofía de la UB Laura Llevadot estuvo especialmente incisiva y aguda denunciando como -muchas veces- “categorías inútiles” o que pueden ser “parte del problema” las de: “ciudadano”, “Estado-nación” y “naturaleza humana”.

Pero también estuvo presente la perspectiva económica que debe “administrar recursos escasos”, de las teorías y posibilidades de las de las empresas, de la lógica de los negocios y el reto para humanizarlos, de las distintas dialécticas que llevan de la modernidad a la postmodernidad, de los retos de la actual gobernanza mundial, de las distintas variedades del capitalismo y sus diferentes e incluso contrapuestas manifestaciones, de los esfuerzos para “aprender” a que las personas puedan controlar los fríos mecanismos capitalistas… Aquí brilló especialmente el catedrático emérito de ciencias económicas y actual profesor de “responsabilidad corporativa” del IESE de BarcelonaAntonio Argandoña. Argumentó -como recientemente en su blog- que a veces (al menos algunas veces) se imputan al capitalismo culpabilidades que lo son más bien de la modernidad y -más recientemente- de la postmodernidad.

Para variar y rompiendo también aquí las prácticas académicas habituales, también fueron convocados en el “macrofilosófico” debate los siempre excluidos, damnificados, vulnerabilizados… Se insistió en dar la palabra a los que son convertidos acelerada y cruelmente en “desechos” (Bauman) sin dejar por eso de ser “exprimidos” hasta el final por un capitalismo que se caracteriza por “producir excesos”. Se recordó a los que viven y miran la sociedad “desde abajo”, desde “afuera”, desde "los márgenes", desde “la rua”, conscientes de su radical exclusión por mecanismos infinitos y poderosísimos. Esta tarea fue asumida especialmente y con entusiasmo por el profesor en psicología y derecho de la UFMG (Brasil) André Freitas Dias, también coordinador de los grupos de “reflexión y acción” Cidade e alteridade y Pólos de Cidadania (que ahora precisamente ¡cumple 20 años de su fundación!).

A lo largo de la defensa de Macrofilosofía del capitalismo de Alfonso Bárcena, hubo consenso generalizado en la radicalidad con que el turboglobalizado y neoliberal “capitalismo dislocativo” nos acerca a todos a una peligrosa precariedad. Hay enormes y crecientes diferencias, pero hoy nadie parece  tener garantía plena de no sufrir jamás algún tipo de precariedad. No solo el capitalismo damnifica al antiguo proletariado, actualmente convertido en cognitariado y precariado(similarmente a crecientes sectores de las "clases medias"). 


Pues ese complejísimo fenómeno que es el capitalismo se nos escapa a todos, nadie lo dirige realmente (aunque lo puedan creer las Trilaterales o Clubs Bilderberg),es un infinito proceso de “destrucción creativa” y de producción de precariedad. Ante su altar las crecientes desigualdades económico-sociales pueden ser “precarias” incluso para los “vencedores” y favorecidos del capitalismo

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¿Es culpable el Capitalismo?. Blog: Economía, Ética y RSE. Autor: Antonio Argandoña. Profesor del IESE. Universidad de Navarra


Hace unos días estuve en el tribunal de una tesis doctoral en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona. La tesis la presentaba Alfonso Bárcena, y el director era Gonçal Mayos. Lo pasé muy bien, sobre todo a la hora del almuerzo (es una de las cosas buenas que tiene este oficio, en el que es costumbre que el recién doctorado pague una comida a los que han juzgado su tesis), durante una larga discusión con el ya doctor, el director y los miembros del tribunal.

El tema de la tesis era la macrofilosofía del capitalismo. En su exposición el nuevo doctor hizo una completa crítica del capitalismo moderno, con buena parte de la cual estuve de acuerdo. Aquí quiero solo traer un tema a colación: muchos años después del liberalismo tradicional, encabezado por Adam Smith, el capitalismo ha ido derivando hacia un sistema que fomenta la desigualdad, es demasiado individualista, da preeminencia a las finanzas sobre la economía real, genera crisis recurrentes, se preocupa demasiado de la maximización no ya del beneficio, sino de las rentas, que el propio sistema crea y explota; prima el rendimiento, precariza el trabajo… Y me pregunto: ¿es del capitalismo mismo la culpa o es de la modernidad y la postmodernidad en la que nos vemos envueltos?

La pregunta me la hice ya hace unos años, en un congreso cerca de París, y se la formulé a una profesora que había llevado a cabo una crítica como la que apunto más arriba. Su respuesta fue de sabor marxista: la culpa es del capitalismo. Mi respuesta fue y sigue siendo otra. Cuando vemos la evolución del capitalismo desde Adam Smith y más tarde desde la revolución industrial hasta el mundo actual, con los defectos antes señalados (y otros muchos, claros), me parece que estamos asistiendo al despliegue de la persona, de la sociedad y, por tanto, de la economía tal como vienen dadas por la modernidad y, más recientemente, por la postmodernidad. El individualismo, por ejemplo, no empieza en el siglo XX, sino que es mucho anterior. El predominio del beneficio no es un invento de los economistas marginalistas y de Milton Friedman, sino de la antropología latente en el ser humano de la modernidad. Y así con todo.

La cuestión es importante, pero la respuesta es, probablemente, menos importante, porque el capitalismo actual (en la tesis se identificaba con el neoliberalismo) es una forma de manifestación de la modernidad y de la postmodernidad. De modo que las soluciones no pueden consistir en la intervención del Estado (afectado tambien por ese pensamiento moderno y postmoderno), o en las actuaciones de los expertos (por la misma razón), o en la actuación política de la sociedad (otra vez, por la misma razón).
En el fondo, me parece que estamos ante un combate en dos frentes: el de las ideas (hay que criticar el concepto de persona humana y de sociedad contenido en esa modernidad, hoy tan generalizada) y el de la práctica. Y digo esto ultimo porque me acordaba, durante la defensa de la tesis, de una frase que dijo unos días antes un profesor en una reunión en Londres (de la que tendré que hablar otro día): no es literal, pero venía a decir que la compasión (no el emotivismo postmoderno) y el amor cambiarían el mundo.




miércoles, 23 de diciembre de 2015

La resistencia íntima ante la disgregación.


Ante una realidad que nos parece incierta, que en ocasiones nos golpea y muchas otras veces simplemente nos sobrepasa, disgregando lo que parece que nos sostiene y nos da fuerza y sentido en nuestra vida: ¿qué acciones relevantes podemos confrontar para  continuar habitando nuestro mundo , integrando, resistiendo y protegiendo a la vez nuestra vida y condición humana?

El filósofo Josep  María Esquirol  en su ensayo "La resistencia íntima" nos propone cuatro acciones relevantes ante esta realidad incierta que parece que disgrega nuestra vida:


  • Cuidar: Presuponiendo la vulnerabilidad de la vida, tener cuidado de nosotros mismos desde la humildad y de los otros, convierte esa vulnerabilidad en firmeza personal y armonía social.
  • Formarse: educarnos y formarnos presupone que podemos ser más. El sentido de la mejora puede ser una guía vital sólida
  • Resistir: presupone que la vida no solamente ha de ser proyección, sino que también se enfrenta a fuerzas disgregativas de cualquier forma. Existir es también saber resistir.
  • Pensar: es una responsabilidad que nos abre a nuevas posibilidades que cada vida humana siempre puede tener.

Esta resistencia íntima se revela como sentido de la vida dentro de una filosofía de la proximidad y que tiene como elemento central el sentido de la resistencia con las acciones relevantes enfocadas a: el prójimo, la cura, el conocimiento y la reflexión.  Sin duda, vale la pena resistir.