viernes, 24 de octubre de 2014

Postcapitalismo: ¿es posible un nuevo sistema económico?


¿Puede darse actualmente un sistema económico alternativo al Capitalismo? ¿Se puede hablar con propiedad de un futuro Postcapitalismo? Con la crisis financiera y social han surgido una serie de críticas, muchas veces radicalizadas, contra el sistema económico actual. Se intentan trazar nuevas líneas de acción política alternativa que empiezan a tener una representación institucional cada vez más importante. La propuesta de un sistema de organización social y económico diferente está ya presente en todos los debates públicos.

Como expone la ensayista Sylvia Nasar, es difícil imaginar un escenario en el que la gente vuelva al socialismo. Incluso si la gente dejara de preocuparse por sus posesiones, cosa muy improbable, se preocuparía por sus experiencias o por la capacidad de vivirlas. El ser humano tiene una ambición ilimitada.

Es cierto también por otro lado, que el Capitalismo contemporáneo muestra una incapacidad cada vez mayor para integrar en su propia lógica la satisfacción de las necesidades humanas. Al contrario, reacciona con la mercantilización del mundo, que conduce a la exclusión de algunas necesidades esenciales: más vale no producir o invertir si esto lleva a una menor rentabilidad. Lo cual desgraciadamente provoca espirales de deflación y estancamiento o involución económica.

Hay que añadir también que como expone el pensador Robert Kurz, desde los años setenta del siglo XX, el Capitalismo ha cruzado un umbral de evolución técnica que lo vuelve demasiado desarrollado para sus propias formas sociales. Además la tendencia de largo plazo del Capitalismo es a automatizar la producción, aumentando constantemente la productividad del trabajo humano y disminuyendo así las bases para la propia reproducción exitosa del sistema ya que se expulsa al desempleo a cada vez más variados perfiles de trabajadores. Esto disminuye la demanda solvente de personas que pueden comprar los productos producidos y aumenta la desigualdad económica y social. Entramos seguramente en una nueva fase de Capitalismo sin trabajo.

¿Cuales son las posibles alternativas al Capitalismo que han ido apareciendo históricamente?. La dicotomía de las propuestas bascula entre la radicalidad (revolucionaria) y el posibilismo (pragmático). Así, unos de los mejores analistas del Capitalismo contemporáneo, el filósofo Slavoj Zizek, expone desde posiciones radicales que es necesario abrir espacios fuera de la lógica del capital, no aceptar que el Capitalismo sea el único destino. Con gestos subversivos y de ruptura ir abriendo nuevas posibilidades arriesgándose a lo imposible. Para Zizek, hay que volver a la economía política (no sólo la economía y la política por separado) y recuperar la lucha de clases como la principal vía emancipatoria.

Las opciones críticas al Capitalismo para Zizek desde diferentes perspectivas serían:

  • Izquierda liberal o tercera vía (Blair/Giddens): es una alternativa de gestión del tardocapitalismo globalizador. Plantea un Capitalismo con rostro humano y defiende mejoras dentro del propio sistema. La paradoja que podría darse es que al someterse a las reglas de Capitalismo universalista, sin defender los intereses de ningún grupo en particular, puede convertirles en el mejor gestor del sistema.
  • Marxismo-leninismo dogmático Troskista: considera aún el viejo discurso de que el proletariado aún tiene la homogeneidad que ha perdido. Se convierte en una especie de fetichismo de la clase obrera y su potencial revolucionario.
  • Superación del Capitalismo (Toni Negri / Hardt): en su libro Imperio exponen que la fase actual del Capitalismo tiene un carácter corporativo y esta dominado por el trabajo inmaterial. Habría que superar y socializar el Capitalismo corporativo transformándolo en propiedad pública lo que es propiedad privada y lo segundo, sería consolidar este trabajo inmaterial que implica en sí mismo un dominio espontáneo de los productores porque regula las relaciones sociales. Reivindica al Estado la renta básica, ciudadanía global, derecho a la reapropiación intelectual, en una modalidad de discurso histérico dado que se hacen demandas imposibles de cumplir. No plantea para Zizek una alternativa global.
  • Democracia radical y política pura (Badiou/Laclau): realiza una demanda incondicional de igualdad pero que no cuestiona su esfera básica que es la economía capitalista. Para Zizek no podemos considerar que la forma política, producto de un sistema socioeconómico, vaya a acabar con este.
  • Intercambio simbólico (Baudrillard): como superación y alternativa al intercambio mercantil.  En la postmodernidad, el sujeto pierde su predominancia y el objeto se muestra activo seduciendo fatalmente al presunto sujeto en una fetichización de la realidad. Es necesario desear nuevas relaciones que incluyan lo gratuito y así escapar al intercambio del mercado y a esa fetichización de la realidad. Se ha de denunciar, introduciendo el desinterés y la gratuidad en las relaciones, el dominio simbólico de la mercancía lo cual quebraría el orden hegemónico y nos devolvería a ser sujetos autónomos. La cultura y las enseñanzas humanísticas deberían enseñarnos a saber desear bien.

El Capitalismo en definitiva no es solamente un modelo económico, sino un conjunto de relaciones sociales. Debemos recombinar de nuevo la economía y la política en lo que anteriormente se denominaba economía política:  lo importante es defender una globalización de derechos y de oportunidades en la que cada uno pueda desarrollar su propia singularidad, combinando posiciones posibilistas y maximalistas. El Capitalismo (o Postcapitalismo...)  en el fondo somos todos.





miércoles, 15 de octubre de 2014

La era de la apreciación: ¿qué busca el nuevo capital humano?


¿Estamos actualmente ante una nueva condición humana diferente a las anteriores?  La abrupta entrada del neoliberalismo en el terreno de la política y la economía a partir de 1979, marcó un antes y un después  no sólo en la gestión de los Estados y el gobierno corporativo, sino también en la concepción de qué es el hombre y cuál es su condición y cualidades más relevantes, creando una nueva antropología neoliberal que difiere bastante de la anterior concepción liberal del ser humano.

Como expone el filósofo francés Michel Feher, en la anterior concepción liberal del hombre los seres humanos sufrían carencias pero eran muy inventivos: los deseos eran insaciables e inconstantes pero poco a poco aprendían a optimizar su satisfacción mediante el intercambio de bienes y servicios con otros seres humanos, que también se encuentran en situación de carencia. En la esfera pública, se permite negocios provechosos, donde la mano invisible del mercado permite que los sujetos libres y responsables adquieran lo que desean al precio óptimo. En la esfera privada, los lazos de amor conyugal y paterno se crean y se mantienen mediante intercambios desinteresados. La antropología liberal estaba fundamentada en la prosperidad económica y felicidad en el hogar. En la separación entre lo público y lo privado y la noción de interés.

Michel Feher expone que con el nacimiento de la era neoliberal se desarrollan dos tipos de políticas que afectarán fuertemente al ámbito económico y también al social y personal: la política monetarista de elevación de los tipos de interés, concebida para destruir la economía fordista basada en las grandes empresas con fuerte presencia sindical, por un lado, y la supresión de todas las reglamentaciones y reglas que pesaban sobre la circulación de capitales, por el otro.

La forma de gestionar la empresa realiza un cambio: con la ética del mánager fordista, la autosuficiencia de la empresa es un ideal y el pedir crédito se hacía para poder invertir y ser lo más autónomo posible. En la ética del mánager neoliberal, lo importante es atraer a los inversores y prestamistas. La gestión empresarial ya no consiste en maximizar los beneficios de la empresa, sino su atractivo. Una empresa que recibe créditos es una empresa acreditada (sólo se presta a los ricos). El crédito financiero ha cobrado más importancia que el beneficio comercial. Para los directivos actuales, la verdadera prueba de excelencia no consiste en generar ingresos sino en atraer inversores.

Con la predominancia y absoluto dominio de los mercados financieros en la economía, el neoliberalismo no es liberalismo de la competencia y mercado libre equilibrado automáticamente por la mano invisible. Los mercados financieros no funcionan de ese modo. Las oscilaciones del valor de las acciones van desde la exuberancia al crack y esta parece que es su manera natural de comportarse. Una acción puede bajar o aumentar sin límite y esto nada tiene que ver con el sistema liberal de competencia y de retorno al equilibrio automático. Estamos pues ante un sistema que se debe constantemente sostener en la confianza, o la desconfianza, que es lo propio de los mercados especulativos.

Y todo esto nos lleva a una nueva condición humana neoliberal: así, si en la Edad Media lo importante era la redención y superar el deseo con la caridad; en la Época Ilustrada con la aparición del liberalismo Victoriano lo importante era el cumplimiento y la satisfacción; en nuestra Era neoliberal inauguramos la era de la apreciación, de la autoestima.

Entramos en un sistema en el que solo nos interesan las competencias de las personas. Feher explica que debemos ser un sujeto atractivo: compramos acciones sobre nuestra capacidad para tener ideas patentables, maquillar cuentas, gestionar recursos humanos. La empresa toma partes del capital humano del empleado y a cambio el empleado recibe partes del capital financiero de la empresa. Los individuos que buscan empleo se comportarán exactamente como las empresas y los Estados. Harán valer sus competencias: su atractivo.

Las cosas que realizamos, cortarnos el pelo, dejar de fumar, hacer deporte, formarnos...ya no son cosas que hacemos para optimizar mi renta sino para ser más atractivos.  No soy por lo tanto un empresario de mí mismo, como querría una concepción liberal, sino más bien el gerente de una cartera de conductas que trato de valorizar. Todo lo que hago o me ocurra tendrá un efecto sobre el valor y capital humano que soy y, por consiguiente, me trato como una cartera de acciones y obligaciones y mi manera de gestionar mi vida es una forma de valorizarme o desvalorizarme en el mercado.

Finalmente Michel Feher expone que entramos de este modo en una nueva era psicológica en la que mi objetivo fundamental no es maximizar mi satisfacción sino apreciarme. En todos los sentidos del término. En el sentido financiero (hacer que el capital que soy sea atractivo para todos los inversores posibles) pero también apreciarme en el sentido de adquirir autoestima (paradójicamente uno de los pilares fundamentales de la psicología actual). Pasamos de un sujeto anhelante que busca la óptima satisfacción para reemplazarlo por una persona vulnerable cuyo destino depende de su capacidad para adquirir suficiente autoestima.  Nuestra nueva subjetividad neoliberal es, cómo nuestra época económica dominada por los mercados financieros,  la del individualismo  especulativo: se trata de especular en permanencia sobre lo que puedo ser.


lunes, 6 de octubre de 2014

De la Biopolítica a la Distopía: la Sociedad Normalizada


Soñamos paraísos y acabamos construyendo mundos de pesadilla. Vivimos una época de realidad distópica en la que todo es posible. La distopía de hoy se rebela contra las utopías ultraliberal y tecnocientífica. Cuando se promete la felicidad a todos y se anuncian placeres en cada esquina, la vida cotidiana es una dura prueba. ¿Quién iba a pensar la victoria de lo peor de los dos sistemas: mercado incontrolado y partido único?.

Asistimos a la prolongación de la lógica del Capitalismo terminal y la conversión del individuo o bien en consumidor sin derechos, trascendencia, ni destino, o bien en mercancía. La revolución digital también ha traído consigo un arsenal de posibilidades, que tanto tienen que ver con lo utópico (el ciberactivismo) como con lo distópico (la pérdida de intimidad, la videovigilancia extrema).

Con la aparición de la dominada Biopolítica, expuesta por el filósofo Michel Foucault en los setenta, el poder comienza a mirar la vida como algo a colonizar y gestionar para aumentar la productividad. ¿Cómo hacer con las personas para que sean más productivas?. Interesa controlar más el conjunto que al individuo. Es el nuevo gobierno de las almas orientado a la producción y la responsabilidad personal. Las políticas tratan de normalizar las poblaciones (la demografía, la salud, el trabajo o las emociones) para que produzcan más.

Entramos en la sociedad de las probabilidades con el dominio de la estadística poblacional. Ser normal significa adaptarse. Hay que autorregularse para ser un miembro normal y productivo de la sociedad.  La educación parece que solo trata de hacer individuos competentes. La Psicología se hace dominante para controlarnos con un discurso que se basa en una normalización ideológica que nada tiene que ver con la Ciencia. Hemos pasado del Gobierno de las almas por la Religión, al Gobierno de las mentes por la Psicología y más recientemente al Gobierno del cerebro con la Biomedicina y el control de la vida con la genética y la medicalización de la sociedad.

Ya no creemos que somos un sujeto; creemos más bien que somos un proyecto que debemos optimizar. La ideología propia de la Biopolítica es el neoliberalismo. El Estado solo debe ocuparse de la seguridad. Cada uno debe responsabilizarse de sí mismo. Es entonces cuando las sociedades funcionan realmente bien.

Hay que advertir que el neoliberalismo siempre ha tenido una parte seductora que no ha sido capaz de ser reconocida críticamente por la izquierda: ofrece una vida de responsabilidad propia, una individualidad libre que importa, una vida  que puede gestionarse como una empresa donde cada uno se construye a sí mismo. Esta idea de que uno es relevante, importante y que puede ser reconocido y admirado por sus logros (el nuevo mito del emprendedor) es, en sí misma, una idea seductora y legítima. La crítica al neoliberalismo no debería venir entonces por el lado de la libertad sino por el de la desigualdad que provoca; y que corroe las sociedades haciendo desaparecer el sentido de lo comunitario y del bien común.

Todos sabemos cual es el reverso de esta exigente vida de managers de nosotros mismos: el miedo a la exclusión, a que no se hable de nosotros en las redes sociales, la ansiedad y la depresión en aumento. La falta de un meditado sentido ético personal y comunitario. El cansancio en esta sociedad del rendimiento. Interiorizamos inconscientemente tan bien este discurso del rendimiento y el éxito, que nos automedicamos para no parecer anormales si fallamos.Y como para la industria todos somos individuos potencialmente enfermos desde que nacemos (un mapa genético puede determinar posibles futuras enfermedades), el negocio es redondo.

Es quizás más necesario que nunca buscar, sin miedo, nuevas Utopías personales. Como sabiamente nos decía el poeta Fernando Pessoa: "Llega un momento que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos".