martes, 24 de julio de 2012

Las verdaderas raíces de la economía: la naturaleza humana


Abrumados como estamos por el cariz que toman a veces en las crisis los acontecimientos económicos, asistimos pasivamente como espectadores al voraz bombardeo de noticias diarias negativas creando en nosotros cierta estupefacción ante la incomprensión de cual es su dinámica y su posible evolución. Nos parece que se ha adueñado una única visión de la economía que monopoliza las acciones buscando el beneficio cortoplacista de unos pocos. Es necesario quizás hacer un "back to the basics" hacía lo que en su nacimiento significó la economía para sus creadores y tratar así de comprender activamente lo que nos ocurre.

Puede sorprendernos por los truculentos hechos actuales pero la Economía como ciencia nació de las Humanidades y más concretamente de la Filosofía moral. El reconocido como padre de la economía,  Adam Smith fue profesor de filosofía moral en el Glasgow del siglo XVIII y lo que realmente  buscaba con sus obras era investigar cual era la naturaleza humana. Escribe en 1759 la menos conocida Teoría de los sentimientos morales y en 1776 su magna obra  La riqueza de las naciones que da carta de naturaleza a la economía como ciencia. El comportamiento del hombre en la sociedad puede tener elementos contradictorios pero en el fondo son parte de una mismo concepto: la simpatía y el egoísmo son características inherentes de la naturaleza humana  La simpatía,  tratada en la Teoría de los sentimientos morales, es un criterio de aprobación o reprobación de la conducta pero no sirve para motivar la acción del hombre. Simpatía para él, es tratar de examinar nuestra propia conducta de forma equitativa al ponernos en el lugar del otro para aprobar o no una acción. Existe en nosotros una necesidad inherente de ser aprobados por los demás. Este concepto de simpatía es el precursor de la actualmente denominada empatía por los demás sin la cual las sociedades en el fondo no pueden funcionar.

El egoísmo es el fundamento de la acción sostenido en La riqueza de las naciones. Como dice en esta obra: "el hombre necesita casi constantemente la ayuda de sus semejantes, y es inútil pensar que lo atenderían solamente por benevolencia (...) No es la benevolencia del carnicero o del panadero la que los lleva a procurarnos nuestra comida, sino el cuidado que prestan a sus intereses".No se invocan los sentimientos humanitarios sino el egoísmo. El egoísmo es una base de acción sin que suponga un perjuicio necesario a los demás ya que puede llevar a mejorar el bienestar general económico de la sociedad llevados por una mano invisible. Cuando los intereses entren en conflicto en lugar de resolverse por la cuestión económica se solucionan por la capacidad natural de simpatía. Egoísmo y simpatía son dos caras de la misma moneda que conforma la naturaleza humana y por derivada de nuestra sociedad. Puede parecernos que hay épocas en que predomina uno sobre otro pero lo que siempre nos ha hecho avanzar es al final el balance que siempre aparece de los dos.

De las enseñanzas de los orígenes de la economía tenemos la oportunidad de extraer la necesaria confianza hacía lo que podemos esperar en el futuro siendo simplemente fieles a nuestra propia naturaleza y sus diversas caras. Como sabiamente decía el filósofo Albert Camus: "En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio".

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