martes, 1 de noviembre de 2011

El Conocimiento y la construcción de una Arquitectura personal


¿Qué podemos conocer?. Ésta es una de las grandes preguntas que desde su origen se hace la Filosofía y la Ciencia. Y a todos nos resulta una cuestión sin duda cercana ya que la interpretación que hacemos de la realidad configura de forma definitiva nuestra identidad y lo que creemos ser. Ésta pregunta está pues relacionada también con otro de las grandes temas de la filosofía como es el estudio del Ser.

La perspectiva con la que se ha abordado el conocimiento ha variado radicalmente a lo largo de la historia:

Actualmente y desde la modernidad y Bacon el conocimiento se considera como un instrumento de poder. La famosa frase "el conocimiento es poder" no nos es sin duda ajena.

Foucault ha sido uno de los grandes filósofos que más se han dedicado al estudio del conocimiento fundamentalmente en tres problemáticas como él mismo enuncia:
  • ¿Cuáles son las relaciones de verdad a través del conocimiento científico, con esos "juegos de verdad" que son tan importantes en la civilización y en la que somos, a la vez, sujeto y objeto?
  • ¿Cuáles son las relaciones que entablamos con los demás a través de esas extrañas estrategias y relaciones de poder?
  • ¿Cuáles son las relaciones entre verdad, poder e individuo?

Para Foucault la construcción a partir del conocimiento instrumentalizado de lo que es oficialmente la verdad implica per se una serie de determinadas relaciones entre sujetos (muchas de ellas de subordinación cuando no de servilismo). Unas relaciones donde el conocimiento es poder pero que no sólo reprime, sino que también produce efectos de verdad: unos beneficios, una visión del mundo o vanas ilusiones por la que muchos individuos luchan a veces sin el sentido de lo ilusorias e interesadamente manipuladas que a veces éstas son.

Pero existe otra visión del conocimiento que nos proporcionan nuestros clásicos como Sócrates donde éste es una forma de llegar a la virtud personal. La famosa inscripción en el templo de Delfos: conócete a ti mismo (gnothi seauton) nos lanza la invitación generosa de perfeccionarnos como individuos mediante la sabiduría que nos proporciona un acercamiento a un conocimiento entendido como cuidado de uno mismo y no como instrumento de poder.


Hacer y compartir desinteresada y generosamente el conocimiento puede ser parte de nuestra identidad y llevarnos a una vida virtuosa en un sentido clásico, al que quizás debamos dar mayor relevancia vista la situación actual.

Se trata en el fondo de construir ayudados por una consciente voluntad emancipadora, una arquitectura personal a través del saber y el conocimiento compartido y entendido desinteresadamente como algo fundamental para el cuidado de uno mismo (al igual que seguimos una dieta) y no como dominación de los demás. Como ya nos desafiában los ilustrados: sapere aude (atrévete a saber).







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