domingo, 28 de octubre de 2012

La necesidad de la verdad: creando nuestras propias normas


¿Existe una verdad?¿Está a nuestro alcance? ¿Podemos tener un conocimiento seguro del mundo? ¿Se puede dudar de todo?. Estas han sido desde siempre unas de las grandes preguntas que desde varios ámbitos del conocimiento han preocupado al ser humano y de cuya respuesta se deduce una manera de ver y habitar el mundo.

Desde el ámbito filosófico con su rama de estudio denominada epistemología, han sido muy variadas las interpretaciones al problema de que puede ser considerado como verdadero y cuales son los criterios para determinar la verdad. Lo verdadero suele ser definido por la correlación entre nuestras ideas y la realidad. Pero no está garantizado que exista una correlación entre las representaciones que uno pueda tener y la realidad, aunque esta última es concebida como algo independiente de toda representación. 

Puede ser que lo que consideramos verdadero sea un concepto a eliminar a pesar de estar omnipresente en nuestra vida cotidiana. Cada día decimos convencidos "es verdad" o "no es verdad". La verdad es a lo mejor simplemente el acuerdo de nosotros mismos con nosotros mismos porque al no poder distinguir entre lo verdadero y lo falso, nuestra representación del mundo se volvería caótica.

Siempre el objeto real y la representación (mental) que nos hacemos de él serán diferentes. Los hechos y la representación que nos hacemos de ellos a través de la percepción no serán nunca de la misma naturaleza y por lo tanto no serán comparables. Entonces, ¿No habría que contentarse con hablar de coherencia? Podemos llegar a juzgar alguna afirmación como falsa si es incoherente. Por ejemplo: los perros urbanos son rosas. Sería una frase incoherente con nuestra experiencia y por tanto falsa. Pero aquí de nuevo lo que es juzgado verdadero en un tiempo no lo es necesariamente en otro. No se creía que existieran cisnes negros en el mundo occidental hasta su descubrimiento en el siglo XVII.

Al descartar el sentido fuerte de correlación y el de coherencia como criterios para determinar qué es verdadero surge la opción pragmatista de otorgar la verdad el criterio de utilidad: "es verdad porque es útil". La verdad no es solamente lo que es coherente, sino lo que es más ventajoso en un plano cognitivo. Una teoría científica sería una creencia verdadera cuando es resultado de una búsqueda racional y permite predecir y controlar el mundo mejor que sus rivales. Pero aquí volveríamos al concepto de correlación con la realidad para ver que opción es más útil.

Entonces ¿qué es la verdad? A lo mejor se trata en realidad de algo muy banal y superfluo que no añade, como dicen los deflacionistas, ninguna información adicional: así decir que una afirmación verdadera como "el azúcar se deshace en el agua" encuentra ya  su explicación en los mecanismos químicos.No hay ninguna esencia de verdad que buscar. Todo esta ya explicado por las propiedades de los objetos y no nos aporta nada definir que es verdad.

En definitiva, a lo mejor la verdad no es un concepto o una propiedad sino, como algunos filósofos defienden, es una norma: la forma en que buscamos el conocimiento de las cosas mediante una metodología (científica) que ha hecho lo posible para establecer una correlación entre las entidades (electrones, colores, agujeros negros,...) y la realidad tal y como es, salvando incoherencias y contradicciones. En este sentido, la verdad como norma juega un papel fundamental dado que nos permite evitar la ilusiones metafísicas (y sus nefastas ideologías asociadas) y el caos conceptual.

Y seguramente lo más interesante sea las consecuencias que desde el punto de vista social de todo esto se derivan: para la filosofía de Platón y Kant el conocimiento seguro del mundo es inalcanzable y de aquí surge en gran medida el relativismo que influye fuertemente en la forma en que nos comportamos y organizamos nuestra sociedad y que es atacado desde el pensamiento religioso al filosófico: así por ejemplo para el objetivismo de Ayn Rand este relativismo provoca los cultos al "término medio", al compromiso, al consenso que son sintomáticos de inseguridad en los propios valores y en las propias decisiones. Para Rand el extremismo es bueno: si partiendo de las premisas correctas y siguiendo la epistemologia correcta uno identifica algo como bueno, lo moral es llevarlo hasta sus últimas consecuencias. El objetivismo considera al ser humano como heroico creando sus propias normas en la búsqueda absoluta de la felicidad.

Ante tiempos de crisis como los actuales, quizás lo que necesitamos entonces es crear las normas para encontrar nuestra verdad como forma de encontrar la felicidad más allá de la realidad que nos toque vivir o las verdades que nos pretendan imponer.


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